WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

jueves, agosto 09, 2007

Cannabis, privacidad y colectividad


Edmundo me envía este correo. Lo leo y le respondo: ¡publícalo, haz una campaña! Por lo menos, digo, hay que socializarlo. No podemos seguir, no le digo pero lo pienso, encerrados en nuestra privacidad, que es privación de la vida pública plena. Tenemos que socializar nuestra privacidad, de lo contrario, como aquí mismo (extremos superior derecho) dice Zizek, esta privacidad estará, y de hecho así es, modelada y controlada por quienes sí ejercen lo público: los administradores políticos y el mercado.

Este es el mensaje de Edmundo


“No sé si será coincidencia, pero vean: me hice marihuanero moderado a los 27 años (ahora voy en los 41), y con moderado quiero decir que no paso volado todo el día, sino sólo desde las 19 ó 20 horas en adelante. Antes de eso, cada jornada intento trabajar como persona normal (lo que por lo demás pretendo ser); encima, estimo que manejar un vehículo motorizado bajo los efectos del THC es poner en riesgo la integridad física y/o psicológica de mis conciudadanos. Así, tras estos 14 años de estudio clínico conmigo mismo, opino que una rutina como la descrita alivia mi angustia vital y reemplaza los antidepresivos. Para colmo, antes de escribir este parrafito (y que fue también la causa de que lo escribiera), activé la función aleatoria de un programa computacional que echa correr la música que tengo almacenada en el disco duro de mi computador. Y por coincidencia, lo primero que se escuchó sonar fue un tema de Bob Marley… Esto era lo que quería que vieran, porque con ello creo probar una hipótesis de salud pública por medio de la melomanía. El resto lo debe hacer el poder político despenalizando el cultivo de la especie Cannabis Sativa. Cada día que esto último se pospone, el costo de conseguir marihuana y/o solventar los honorarios del psiquiatra que receta el antipresivo, me angustian. Y no creo democrático que ciudadanos conscientes de sus deberes tengan que sufrir, por el ordenamiento estatal (Ley 20.000), desagradables niveles de angustia”.