WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

viernes, junio 24, 2011

La Polar y El Teorema de la Parte Maldita




“Llegar y llevar”, el lema de La Polar, puede extenderse a todo el retail, el sistema financiero y otros varios servicios. El capitalismo en su más alta fase, que es un capitalismo a lo Rey Midas, convierte la basura en oro, las deudas incobrables en inversiones rentables, los activos tóxicos en riqueza. Hablamos de La Polar, pero también de Goldman Sachs, de Lehman Brothers y de toda la casta de los nuevos emblemas del capital, que sólo sabe de crecimiento, rentabilidad, utilidades. De acumulación de riqueza. De aquel capital amparado bajo la anomia normativa mercantil, que no conocía límites en la creación de fortunas.

El gran capital y las grandes corporaciones, con la ayuda de los organismos financieros internacionales y los gobiernos de turno, prepararon el terreno para la gran escena final. El paroxismo neoliberal incluía en su teorema el crecimiento y las ganancias perpetuas. Un proceso de crecimiento, pero inorgánico, enfermo. Crecer, expandirse, pero como un tumor, a costa del cliente, de los mercados, de los inversionistas. Los activos tóxicos de las subprimes circulando como una metástasis financiera por todo el planeta, las deudas incobrables de La Polar, repactadas, recicladas, remozadas y amplificadas, atrayendo a pequeños inversionistas y a fondos de pensiones. El Rey Midas sucumbió bajo su exceso, bajo su obsesión y ambición, pero sin duda por su figurado triunfo. Cuando parece que todo ha sido dominado, cuando hasta las pérdidas han mutado en riqueza, la bazofia en oro, no estamos en la gloria del capital, sino en su ruina.

La Polar, Falabella, Cencosud, Ripley, han conocido este crecimiento perpetuo, que les llevó a buscar nuevas fronteras en su aventura latinoamericana. Conquista de mercados, acumulación de ganancias, nuevas marcas en los ranking empresariales. Falabella y Cencosud, sobre la base de la fruición por el consumo, que ha sido también la nueva utopía de políticos y oficiantes del mercado, han pasado a encabezar los primeros lugares de los grupos económicos chilenos. Y lo han hecho sobre el mercadeo, sobre la publicidad, sobre el crédito y otras ilusiones. Han levantado sus prodigios financieros sobre lo superfluo, lo inútil. Sobre el accesorio improductivo, sobre el tumor socioeconómico.

El consumo sin freno es el alimento del retail y su obesidad: una despensa compuesta de cándidos pero hoy ya debilitados consumidores. Aquella supuesta disciplina de pago del consumidor chileno se ha estrellado con la realidad, que es empobrecimiento, carestía, insolvencia. El cumplimiento del mito neoliberal del crecimiento sin límites de las ganancias ha llevado adosada también su perversión, que ha sido faenar y despostar aquel mercado. Si esta política extrema vale para el retail y los servicios financieros, también calza con la industria productiva: su psicosis por la ganancia conduce a la desolación, como sucede con los recursos naturales y con el medio ambiente.

La concentración excesiva de la riqueza es un proceso que conduce a la destrucción social y económica. Como un agujero negro, que ya ha absorbido todo su entorno y finalmente hace implosión: colapsa hacia su interior. Lo que queda es la ruina, el vacío, el mal.

El filósofo Jean Baudrillard escribió un visionario ensayo hacia comienzos de los años noventa sobre los fenómenos extremos titulado La Transparencia del Mal. Y en uno de sus pasajes, se refiere al Teorema de la Parte Maldita, que es la consecuencia terrorífica de la producción ininterrumpida de positividad. Porque si la negatividad engendra la crisis y la crítica, la positividad hiperbólica engendra la catástrofe. Los cataclismos financieros de los últimos años y el actual son la consecuencia de aquel síndrome del crecimiento perpetuo, de la riqueza infinita. Es el efecto de una obsesión mantenida de manera enfermiza por la ambición. Un trastorno ansioso, compulsivo y colectivo.

La Parte Maldita surge cuando no hay ni dosis, ni freno, ni crisis. Es la exageración de todos los procesos, es la obsesión del triunfo, elevado cual único paradigma del mercado. La gran corporación ya no dosifica, ya no vislumbra límites y obstáculos porque los ha vencido todos. Y allí está su destrucción. Igual que un cuerpo biológico que ha eliminado sus parásitos, gérmenes y de todos sus enemigos biológicos, que colapsa por su inmunodeficiencia.

Cualquier intento de redención de la parte maldita, dice Baudrillard, de redención del principio del Mal, sólo puede instaurar paraísos artificiales, los paraísos artificiales del consenso que sí son un autentico principio de muerte.

PAUL WALDER

sábado, marzo 05, 2011

Alimentos y petróleo, más combustible para la movilización social


Durante los primeros meses del año el precio internacional de los principales alimentos registró en promedio una marca histórica, lo que generó inquietud en todos los organismos y agencias internacionales por las consecuencias que tendrán estas alzas globales en los precios internos de los alimentos de los países pobres y emergentes. La última gran alza mundial de los alimentos había ocurrido el 2008 tras la explosión de la crisis financiera mundial, oportunidad en la que esta inflación estuvo principalmente impulsada por la especulación de los mercados.

Esta nueva tendencia al alza está reforzada por dos principales factores. Existe la especulación, que además se expresa en otras materias primas, como el cobre, el oro y, por cierto, el petróleo, pero también por el cambio climático, fenómeno que ha tenido consecuencias desastrosas en las cosechas por una ola mundial de sequías.

Desde comienzos de año estos organismos internacionales se han caracterizado por sus severas advertencias en fotos mundiales por los efectos sociales y políticos de las alzas. Entre esas voces vibró la del presidente del Banco Mundial, el estadounidense Robert Zoellick, que llamaba a los países del G-20, grupo formado por las principales economías del mundo, a colocar la alimentación entre sus prioridades. Lo que viene, según los estudios y previsiones del organismo multilateral, tiene matices oscuros: la tendencia alcista que ya se ha observado en las materias primas, como los minerales, se traspasará a los alimentos, por lo que será un año muy duro, dijo el alto funcionario, para los más pobres y aquellos en los límites de la desnutrición.

Un informe de este mismo organismo da una idea de la proporción de estas alzas de las materias primas durante los últimos meses. El maíz, la soya y el aceite de palma registraron aumentos de más de siete por ciento por mes durante el periodo de septiembre a noviembre de 2010. Al tomar como referencia el año 2009, el precio internacional de alimentos ha subido en promedio 30 por ciento y, en particular, los bienes agrícolas lo han hecho 65 por ciento. Durante el mismo periodo, el precio de los metales y el petróleo han repuntado en alrededor de un cien por ciento.

El alza en los precios de los alimentos no sólo hundirá en la pobreza y la desnutrición a decenas de millones de personas en los países más pobres, sino que creará una mayor inestabilidad social en un escenario ya de por sí muy inestables. Durante las alzas del 2008 hubo revueltas en varios países, entre ellos en Haití y Filipinas, las que se repetirán casi con seguridad durante los próximos meses. Evo Morales ya enfrenta una situación delicada por la inflación de los precios de los alimentos, en tanto durante la última semana de febrero hubo masivas marchas en la India empujadas por los mismo reclamos. La revolución en Oriente medio tiene también un fuerte componente económico: no pocos analistas han atribuido el origen de las revueltas a un malestar por la carestía de vida y las profundas desigualdades en la distribución de los ingresos.

Hay otro factor que ha impulsado al alza el precio de los granos es el uso de los alimentos para la obtención de biocombustibles. Durante los meses posteriores al crack de finales del 2008 hubo también una importante alza en el precio del petróleo, variación que derivó en la reactivación de varios proyectos de biocombustibles con su consecuente impacto en los precios de sus insumos. Un informe publicado enero pasado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos indicó que el inventario de maíz en el mundo cayó el último mes al punto más bajo en los últimos 15 años. Esto ocurre mientras la demanda del grano para elaborar biocombustibles y edulcorantes sigue en aumento. Aquel mes, el inventario de maíz en Estados Unidos era apenas superior en cinco por ciento a la demanda del grano, el punto más bajo desde 1995. En 2005 el inventario superaba en 25 por ciento la demanda, de acuerdo con el Departamento de Agricultura.
Hace muy poco Jacques Diouf, director general de la FAO, escribió sobre los motivos en la actual crisis alimentaria. “Ante todo tenemos la cuestión de la inversión: la participación de la agricultura en la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) se redujo de 19 por ciento en 1980 a 3 por ciento en 2006 y ahora se sitúa en torno a 5 por ciento; debería alcanzar los 44 mil millones de dólares por año y volver al nivel inicial que permitió, en el decenio de 1970, evitar la hambruna en Asia y América Latina”.
El otro factor está relacionado con el comercio internacional de productos agrícolas, que no es ni libre ni justo. “Los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) proporcionan un apoyo equivalente a unos 365 mil millones de dólares anuales a sus agricultores, mientras que las subvenciones y protecciones arancelarias a favor de los biocombustibles tienen el efecto de desviar unos 120 millones de toneladas de cereales del consumo humano al sector del transporte. Las medidas sanitarias y fitosanitarias unilaterales, así como los obstáculos técnicos al comercio, suponen un freno para las exportaciones y, en particular, para los países en desarrollo”.
Por último, está la desmedida especulación por las medidas de liberalización de los mercados de futuros de productos agrícolas en un contexto de crisis económica y financiera. “Estas nuevas condiciones han permitido la transformación de los instrumentos de arbitraje del riesgo en productos financieros especulativos que sustituyen a otras inversiones menos rentables”.
Ganancias para las grandes corporaciones

Si suben los precios de las materias primas habría también beneficiados, dicen desde las tribunas oficiales de los organismos económicos. El Banco Mundial habla de “oportunidades” para muchos de los países exportadores de materias primas, como es también Chile, beneficiado principalmente por el aumento en el precio del cobre. Pero se trata de una moneda de dos caras muy dispares.
La última semana de febrero el ex ministro de hacienda de Ricardo Lagos y actual alto funcionario del FMI, Nicolás Eyzaguirre, expuso en Washington su visión sobre la economía mundial y consideró de forma muy destacada este factor. La recuperación económica mundial será en múltiples velocidades, dijo. Una de las altas velocidades las gozará el mundo emergente. Asia, América del Sur y el Africa Subsahariana se han desacoplado de las economías desarrolladas, afirmó Eyzaguirre. Las economías que ahora son la locomotora del mundo, dijo, como China, son muy demandantes de materias primas, lo que ha dado un impulso muy grande a los países productores de commodities en el Africa subsahariana y América del sur. El caso del cobre chileno, hoy a más de cuatro dólares la libra, es una muestra evidente de este fenómeno.
El punto de vista del establishment económico mundial no considera otros aspectos básicos de la economía mundial, como es la propiedad de los medios de producción, ni las estructuras económicas y sociales de estos países emergentes. Porque los beneficios que obtienen las grandes mineras transnacionales, ya sea en Chile o en Zambia, no llega al resto de la población. Chile tiene hoy en día un 20 por ciento de su población bajo la línea de la pobreza, en tanto en Zambia un 86 por ciento de sus habitantes vive en esa condición. En el otro extremo, sí que hay beneficios: las empresas mineras privadas que operan en Chile, tanto nacionales como internacionales, exportaron cerca de 40 mil millones de toneladas de cobre y obtuvieron utilidades por unos diez mil millones de dólares. Si hay oportunidades, como expresa el Banco Mundial, éstas están acotadas a las grandes corporaciones.
Hacia comienzos de febrero el director de la FAO, Jacques Diouf, dio una conferencia de prensa en París y alertó sobre posibles “motines de hambre” en distintas partes del mundo. La advertencia de Diouf no consideraba aún otra variable de aún mayor peso: la violenta escalada en los precios del petróleo derivada de las revueltas en el norte de Africa y Medio Oriente. La tendencia que siguieron los precios de los alimentos el 2008 y 2009 estuvo directamente relacionada con la del petróleo. Durante las próximas semanas la combinación sequía-especulación-petróleo será una mezcla explosiva sobre un tejido social mundial a punto de reventar. La actual inestabilidad mundial, desde Oriente Medio a Atenas, desde los déficit estadounidenses y las políticas de recortes de las ayudas sociales a los trabajadores de la India que viven con cuatro mil dólares al año, la población mundial, desde sus propias subjetividades a través de los trabajadores, desempleados, estudiantes, pensionados, se muestra dispuesta a salir a las calles y expresar su ira.
Chile, ¿otra vez “blindado”?
Chile, afirma con poca creatividad el establishment local, está otra vez blindado. Si hay un impacto en los precios de los alimentos, dicen, éste se expresará en unos tres meses más y será menor al del 2008. En declaraciones a La Tercera, una ejecutiva de la patronal Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) afirmaba en febrero que “es probable que estas alzas no se traspasen a nivel local de forma inmediata ni completamente por varias razones. En el caso de los granos, las cosechas que están desarrollándose en este momento permiten cubrir unos seis a ocho meses del consumo interno, y se han pagado a precios más bajos que la paridad de importación”. Pero más adelante, deja abierta la duda. El traspaso de estas alzas a los precios internos dependerá de cuánto duren estas condiciones, dice, y de cómo sean las presiones internas de los precios de los combustibles.
Hacia la última semana de febrero el precio internacional del petróleo ya había rozado los máximos del 2008. El crudo de Texas había llegado a los cien dólares, en tanto el petróleo Brent del Mar del Norte a 114 dólares el barril. En julio del año pasado estaba en 73 dólares, lo que implica un alza superior al 50 por ciento en sólo siete meses. "Es la situación más parecida a la Guerra del Golfo allá por 1990-1991. Si Libia y Argelia paralizan la producción de crudo de forma simultanea, los precios podrían dispararse por encima de los 220 dólares y las reservas de la OPEP podrían verse reducidas a los mismos niveles de aquellos años", señalaba ese informe.
A diferencia de los alimentos, el aumento en el precio del petróleo ya ha comenzado a sentirse en la economía nacional, con crecientes impactos en diversos servicios y productos. De persistir el precio del crudo en cien dólares, estiman economistas, la inflación del 2011 tenderá a subir para marcar a diciembre sobre el cuatro y aun cinco por ciento. Pero los impactos no son sólo en la macroeconomía: sectores como el transporte, o los mismos alimentos, registrarán fuertes presiones que se traspasarán a los consumidortes.
Los recientes precios del petróleo han tenido efectos inmediatos en el diesel y las gasolinas. Para las primeras semanas de marzo se prevén alzas de aproximadamente un diez por ciento en el actual precio de las gasolinas, advirtió Enap, lo que llevará al precio de los combustibles a rozar los 800 pesos por cada litro. Este cálculo no considera las variaciones en el precio del dólar, que durante finales de febrero registró una tendencia al alza, por lo que las gasolinas podrían elevarse aún más.
Al observar el aumento global de los precios de las materias primas y alimentos, los analistas internacionales han comenzado nuevamente a instalar en la agenda el concepto de estanflación, que es una mezcla de estancamiento económico e inflación. Los altos costos de los insumos y, en consecuencia de los productos finales, deprimen el consumo y las ventas, lo que impide la reactivación de la economía mundial, especialmente estancada en los países desarrollados.
El alza internacional de los precios de materias tan sensibles para la vida humana como la energía y los alimentos engarza con un clima social mundial y nacional de extrema sensibilidad ante estas variaciones. No sólo en Oriente Medio o el Magreb, sino también hace un par de meses en Magallanes, donde una multitud ciudadana organizada impidió el fin de los subsidios al gas decretado por el gobierno de Sebastián Piñera.
Con las próximas alzas en los precios es posible prever nuevos estallidos sociales en diversas partes del globo. Hace una semana Inmmanuel Wallerstein, sociólogo estadounidense de izquierda creador de la teoría del sistema-mundo y sus ciclos históricos, escribió tras la revolución en Egipto: “El debate en torno a una crisis civilizatoria tiene grandes implicaciones para el tipo de acción política que uno respalda y el tipo de papel que los partidos de izquierda en busca del poder del Estado jugarían en la transformación del mundo que está en discusión. Esto no se resolverá con facilidad. Pero es un debate crucial de la década siguiente. Si la izquierda no puede resolver sus diferencias sobre este asunto crucial, entonces el colapso de la economía-mundo capitalista podría conducir al triunfo de la derecha mundial y a la construcción de un sistema-mundo peor del que existe ahora”.
“Hasta el momento, todos los ojos están puestos en el mundo árabe y en el grado en que los heroicos esfuerzos del pueblo egipcio podrán transformar la política por todo el mundo árabe. Pero las brasas para tales levantamientos existen en todas partes, aun en las regiones más ricas del mundo. Para el momento, tenemos justificado ser semioptimistas”.

PAUL WALDER

martes, enero 25, 2011

“Jumbo” Golborne, comercio y política: “The Chilean Way

La expresión the chilean way, acuñada durante el rescate de los 33 mineros de Copiapó por el presidente Sebastián Piñera, dejó abiertas todas las interpretaciones posibles, ya sean semánticas o pragmáticas. ¿A qué se refería Piñera con esa expresión? ¿Es lo mismo hacer las cosas by the chilean way que “a la chilena”? ¿O se refería Piñera a su propio modo de hacer negocios y especular en la Bolsa, o quizá a la chapuza encubierta de alta gestión empresarial que pasa en la trastienda, pero se cubre con una buena publicidad y marketing? Puede ser también que the chilean way sea la versión local del modelo globalizador de mercado, con una dosis de picardía, que es un poco trampa, pequeño engaño, que en política y economía se amplifica como coima y corrupción.

La expresión the chilean way, acuñada durante el rescate de los 33 mineros de Copiapó por el presidente Sebastián Piñera, dejó abiertas todas las interpretaciones posibles, ya sean semánticas o pragmáticas. ¿A qué se refería Piñera con esa expresión? ¿Es lo mismo hacer las cosas by the chilean way que “a la chilena”? ¿O se refería Piñera a su propio modo de hacer negocios y especular en la Bolsa, o quizá a la chapuza encubierta de alta gestión empresarial que pasa en la trastienda, pero se cubre con una buena publicidad y marketing? Puede ser también que the chilean way sea la versión local del modelo globalizador de mercado, con una dosis de picardía, que es un poco trampa, pequeño engaño, que en política y economía se amplifica como coima y corrupción.

Hoy ya tenemos más señales para comprender la ambigua expresión de Piñera. Al observar algunos trucos entre La Moneda y el Congreso, los anuncios sesgados sobre supuestas grandes y hasta revolucionarias reformas en la salud y educación, o la doble privatización de las sanitarias. Pero también están en aquella nueva forma de gobernar, que, en palabras filtradas por WikiLeaks de un informe de la embajada de Estados Unidos en Chile, están en el filo de lo legal y lo ético. Ocurrió con la venta de las acciones de Lan, de Chilevisión, de Colo Colo, y parece también suceder en el resto de su gobierno, compuesto por ex gerentes, directores y accionistas de grandes corporaciones.

Un informe de la Contraloría sobre la Onemi durante los meses posteriores al terremoto y maremoto trae bastantes sorpresas sobre the chilean way, entre las que aparece de forma indirecta la manera de actuar -presumimos que también “a la chilena”- del holding Cencosud, empresa de Horst Paulmann, ciudadano alemán nacionalizado chileno por gracia parlamentaria y cuyo gerente general fue hasta el verano pasado el actual biministro de Minería y Energía, Laurence Golborne, elevado desde el rescate minero a la categoría de principal delfín de Piñera y refrendado por la política-espectáculo con un 90 por ciento del apoyo ciudadano.

Según ese informe de Contraloría, que halló todo tipo de irregularidades en las operaciones de la Onemi, desde desórdenes financieros a irregularidades en los procesos de adquisiciones, donaciones y entrega de las ayudas, hay un caso que describe de forma indirecta a la chapuza propia de la Onemi: el modo de operar de la empresa Cencosud. En una visita realizada el 30 de junio pasado al Centro de Logística del Regimiento Bellavista, los auditores de la Contraloría constataron que en una dependencia habilitada para el armado de cajas de alimentos, se encontraba una considerable cantidad de víveres adquiridos por la Onemi a la empresa Cencosud S.A., sin distribuir a las familias damnificadas. Este hecho, informó la Contraloría, “denota la falta de planificación y coordinación en el proceso de compra y distribución de esos elementos de emergencia, lo cual ha ocasionado la inmovilización de tales recursos”. Este fue sólo el primer aviso.

El segundo fue más contundente y claro. Los auditores pudieron comprobar que una buena cantidad de los alimentos a granel fue comprada por la Onemi a la empresa Jumbo (Cencosud), los que fueron importados por el supermercado desde Argentina. Esos alimentos no distribuidos, objeto de la presente observación, dice el informe, “corresponden al saldo no utilizado en la elaboración de 44.337 cajas de alimentos, los que, según informó la Onemi a la Contraloría, lamentablemente no se pudieron utilizar, porque la carga importada desde Argentina entró en un proceso aclaratorio con respecto a su ingreso al país, problema del cual esa Contraloría tiene todos los antecedentes”.

La Contraloría buscaba irregularidades en la Oficina Nacional de Emergencia pero halló una mayor en una empresa privada fuera de su competencia. Cuando el informe salió a la luz pública, los diputados democratacristianos Aldo Cornejo, Gabriel Ascencio, Gabriel Silber y Pablo Lorenzini denunciaron ante Gonzalo Sepúlveda, director nacional de Aduanas, el fraude aduanero en que habría incurrido la empresa Jumbo al haber declarado en el manifiesto internacional de carga como “Ayuda Humanitaria” productos que posteriormente fueron vendidos al Estado sin pagar los aranceles correspondientes.

Negocios millonarios
con las donaciones

El informe de la Contraloría explica más adelante la irregularidad descubierta: Cencosud ingresó alimentos como ayuda humanitaria, los cuales vendió a la Onemi. Cencosud vendió lo que debía haber donado. “Si bien es cierto el ingreso de los alimentos adquiridos a la empresa Cencosud S.A. al territorio nacional se encuentra pendiente de aclaración, debido a que los documentos de internación indicaban que correspondían a ayuda humanitaria, sin embargo dichos productos fueron comprados por esa Oficina Nacional de Emergencia, para ser entregados a los damnificados del terremoto, por lo cual no corresponde que por la situación pendiente de aclarar por esa empresa, los bienes se mantengan en forma indefinida sin ser utilizados en el fin para el cual fueron adquiridos. Cabe precisar además, que gran parte de estos bienes ya fueron distribuidos y que el señalado saldo se encuentra almacenado en dependencias externas a la entidad”.

En concreto, dice la Contraloría de acuerdo a los antecedentes proporcionados por la Onemi, “se observó que se han retenido pagos a Cencosud Retail S.A., correspondientes a las facturas N 687915, 2953501 y 2963502, por $3.467.673.098, $ 2.458.249.115 y $ 581.434.494, respectivamente, todas del mes de marzo de 2010. Cabe señalar, que dichos pagos se encuentran pendientes en la Onemi debido a que los antecedentes que respaldan el cobro efectuado por el proveedor indican que bienes valorizados en un monto de $2.597.521.616, habrían sido ingresados al país desde Argentina, a través del paso aduanero Los Libertadores, no como productos importados para su venta en el país, sino que como asistencia humanitaria a la República de Chile. Lo anterior, consta en el Manifiesto Internacional de Carga y en las facturas de la Agencia de Aduanas respectiva, las que señalan que corresponden a mercaderías en donación, acogiéndose a las franquicias aduaneras dispuestas por la autoridad”.

Los pagos se mantendrán pendientes en tanto Cencosud no aclare la modalidad de ingreso de los bienes adquiridos y el pago de los derechos correspondientes, lo cual deberá ser acreditado documentadamente ante la Contraloría. En tanto, “la División de Presupuesto no efectuará pagos por cobro de mercaderías ingresadas al país bajo el régimen de donación, hasta que la empresa Cencosud regularice el ingreso de las mismas ante las autoridades aduaneras y sanitarias. Se ha resuelto mantener la observación formulada en este punto, mientras no se aclare la situación advertida”.

Al informe de la Contraloría se suma una denuncia pública hecha la segunda semana de enero por los funcionarios de Aduanas en contra de Cencosud. Solicitan a la Contraloría instruir un sumario administrativo en contra del director nacional de Aduanas, Gonzalo Sepúlveda, por permitir el ingreso de camiones de alimentos con falsos fines humanitarios durante el año 2010.

Es the chilean way operando en todo su esplendor. Está la pequeña trampa, la picardía, el engaño encubierto, la relación turbia entre lo público y privado que no sólo se circunscribe al vínculo comercial Censosud-Jumbo-Onemi, sino al vínculo entre gestión empresarial y políticas públicas.

Los cobros abusivos
de “Jumbo” Golborne

El ex gerente general de Cencosud y posiblemente uno de los hombres que ayudó a levantar este holding de magnitud continental es el actual biministro de Minería y Energía, que lidera las encuestas como el político con más futuro. Pero es necesario recordar que durante la administración de Golborne en Cencosud, las políticas comerciales de este consorcio y la relación abusiva de la empresa con sus clientes desató un escándalo que llegó a los tribunales, que sancionaron a la empresa. Como Cencosud es uno de los grandes auspiciadores de la televisión y prensa escrita, el incidente fue en algunos casos silenciado y en otros deslizado bajo cuerda.

Cencosud aumentó la comisión por la mantención de la tarjeta Jumbo al más puro estilo chilean way. Lo hizo de manera no sólo unilateral y arbitraria, sino a espaldas de los clientes, que no fueron informados previamente del incremento de la comisión: a partir de marzo de 2006 subiría de 460 a 990 pesos para los clientes que tuvieran un promedio de compras inferior a 50 mil pesos mensuales durante los seis meses anteriores a esa modificación. Y como los poseedores de tarjetas Jumbo Mas se calculan en más de cuatro millones, el negocio sumaba también muchos millones. Tras millares de reclamos, los clientes de la tarjeta Jumbo junto al Sernac interpusieron, en 2006, una demanda colectiva en el 10° Juzgado Civil de Santiago. Para el Sernac, el cambio unilateral de las comisiones se estrellaba contra la Ley del Consumidor: no sólo se hacía sin el consentimiento de los clientes; la empresa inventaba nuevas cláusulas y la no respuesta por parte del consumidor, significaba la aceptación del alza.

Como Cencosud no ofreció solución efectiva tras los múltiples reclamos, el Sernac interpuso una demanda colectiva en diciembre de 2006. Exigió que se sancionara la infracción a la ley y que cesaran los cobros indebidos. Solicitó también al tribunal la devolución de lo pagado en exceso con reajustes e intereses por todo el período, o al menos desde marzo 2006 hasta cuando los consumidores hubieren expresado su consentimiento y la forma en que tales devoluciones se harían efectivas. La sentencia no pudo ser más categórica. Acoge la demanda anulando la cláusula objetada considerando que “el consumidor frente a la modificación pretendida por la demandada, nada puede hacer, imponiéndole la empresa una modificación sin su consentimiento. El silencio en los actos de consumo no constituye aceptación. Por ello no es suficiente la inactividad de los consumidores para entender que éstos han consentido en la modificación en sus contratos”, indica el fallo. La sentencia, además, ordenó a Cencosud restituir los dineros cobrados en exceso a contar del 12 de julio de 2006 a todos los clientes.

Golborne es biministro. De las políticas privadas a las políticas públicas. The chilean way?

PAUL WALDER


El imperio que Golborne ayudó a construir

Si examinamos la reseña biográfica del biministro Laurence Golborne en la página del Ministerio de Minería, podemos leer lo siguiente: “Ha tenido una importante carrera en el mundo privado, destacándose como gerente general de Cencosud S.A. hasta el año 2009, desde donde lideró la expansión de esta compañía del retail que hoy cuenta con operaciones en Chile, Argentina, Brasil, Perú y Colombia”.

Si observamos el ranking de los grupos económicos chilenos, según la revista empresarial estadounidense Forbes, veremos que tras los clásicos consorcios chilenos -Angelini, Matte y Luksic-, en cuarto lugar aparece el grupo Solari, controlador de Falabella, con un patrimonio de 4.741 millones de dólares, y un poco más distanciado está Cencosud, con un patrimonio de 2.555 millones de dólares. Otros grandes del sector, como D&S, que comparte el grupo Ibáñez con Walmart, ha acumulado 1.679 millones de dólares, en tanto Ripley más de 800 millones.

Estos nuevos grandes grupos económicos han hecho su fortuna en Chile sobre la base del consumo masivo, el crédito y la desregulación de todos los mercados. Su expansión ha sido tal, que en pocos años se han ubicado entre los principales actores del retail latinoamericano. El año pasado, y pese a la crisis, estuvieron entre las empresas de su rubro con mayores ganancias en la región. Falabella estuvo en el tercer lugar, con utilidades, en 2009, por 392 millones de dólares y ventas por casi siete mil millones, y Cencosud, en el noveno lugar, con ganancias por 190 millones. El año pasado, el consorcio tuvo ventas en Latinoamérica por más de nueve mil millones de dólares, sólo superado por el gigante del retail de la región, el brasileño grupo Pan de Azúcar.

PW

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 727, del 21 de enero al 3 de marzo, 2011)
punto@interaccess.cl
www.puntofinal.cl
www.pf-memoriahistorica.org

miércoles, enero 19, 2011

Cómo leer el diario

Los diarios han mutado de mediadores de la realidad en falsos creadores de realidad. No canalizan información; la modelan, la elaboran. Son las grandes maquinarias elaboradoras de los contenidos necesarios para el reforzamiento del statu quo, de un sistema que se expresa en los campos económico, político, social y cultural. Los diarios envuelven las distintas realidades, las conectan, las procesan, les dan un sentido, que es un valor, un supuesto, o una respuesta a esa realidad. Son globalizadores, porque abarcan gran parte de las realidades, pero también totalitarios: cada mirada a cada una de las áreas de esa realidad es funcional a la marcha y a la reproducción de una institucionalidad. Los diarios son parte útil y oficiosa a esa institucionalidad.

Esta primera afirmación nos puede dar una idea sobre cómo leer los diarios. Ya no como género informativo, sino interpretativo. Podemos decir que los diarios interpretan esa realidad, pero se trata de una traducción libre, una interpretación de los hechos bajo un rígido patrón o modelo. Es la creación de una imagen, con sus centros, su perímetro, sus pliegues, sus zonas luminosas y oscuras, sus héroes y sus villanos. Los diarios crean una representación del mundo en un alto grado de complejidad pero también lleno de contrastes básicos, como la representación del bien y del mal, encarnada ya sea por personas o dirigentes políticos (Santos versus Chávez) o por ideas (mercado versus estado).

Pero se trata de una representación espuria. Tras la imagen representada hay un rígido guión, que está ajustado al reforzamiento del statu quo, a la consolidación de un modelo político, económico y social. Los diarios de los grandes consorcios son una herramienta más de aquella maquinaria económica-comercial-financiera que se expresa en todas las áreas no sólo de nuestra vida pública, sino también privada. Junto a la publicidad, los diarios –y por extensión los medios en general- son el motor de lo que tantos autores han denominado alienación.

Como ejemplo bárbaro y extremo de escenificación de esa imagen de la realidad han sido aquellos suplementos dominicales que intentan cristalizar los millares de eventos que han formado el año. Una fotografía nacional que compone aquella imagen ideal. Es la idea de un país, una entelequia que abarca amplios campos de la institucionalidad y la sociedad, pero que sólo expresa una mirada, bien acotada y elaborada, sesgada, exageradamente compuesta. Como aquellos paisajes o retratos de caballete.

Y qué vemos en esa imagen. Un país en desarrollo, moderno, en plena expansión, con los conflictos propios de una sólida democracia, con una sana alternancia en el poder, con los mercados funcionando a plena marcha. Un país que innova, aún con problemas pero lleno de oportunidades, conectado con los principales centros comerciales y culturales del mundo. Un modelo, una institucionalidad, bien consolidada, sólo amenazada por una entropía externa, como mapuches, isleños, anarquistas, delincuentes y otros desadaptados.

Al observar esa imagen, sólo podemos ver la expresión de una clase y de la institucionalidad atada a esa clase y a sus poderes. Como si fuera un paisaje de Santiago desde La Dehesa o desde una oficina de El Golf. Lo que se ve es una fracción de lo que hay.

¿Cuál es la funcionalidad de esa representación? Mantener y reforzar un modelo, el sistema político y económico que se instaló y amoldó en Chile durante las últimas décadas del siglo pasado. Todo lo que amenaza ese modelo está omitido o forma parte de las zonas oscuras de aquella imagen.

Los diarios del duopolio son un producto entre la realidad y los intereses de clase. Un producto que es una artificialidad, una relato falsario apuntalado por las grandes corporaciones y sus representantes políticos. Una imagen fantástica, que hemos de ver como tal. Es tan evidente su artificialidad, que la misma embajada de Estados Unidos en Chile, nos hemos informado a través de Wikileaks, ha quedado sorprendida. Sólo en dictaduras que ejercen una férrea censura de la prensa puede hallarse tal nivel de manipulación, omisión y mentira.

Al leer estos diarios estamos leyendo una construcción artificial de la realidad, cuyo objetivo final es la comprensión por los lectores como realidad a secas. Aquí radica nuestro ejercicio: observar aquella prensa como medios para el adoctrinamiento del lector.

Un ejercicio que es también un gran desafío. Porque en las condiciones chilenas, esta prensa tiene características de monopolio, lo que en el terreno de la circulación de la información son rasgos totalitarios. Una sola versión, la que se amplifica al saltar al resto de los medios, como la televisión y, en menor medida, la radio, impide ejercer nuestro derecho a una información plural. El mercado, como en muchos otros sectores, ha mutado aquí en monopolio, en una dictadura de la información.

PAUL WALDER

domingo, enero 09, 2011

Las universidades, una “industria” con ingresos por 5 mil millones de dólares

Uno de los ejes del proceso de globalización impulsado a partir de las últimas décadas del siglo pasado, fue convertir en un negocio todas las actividades humanas y sociales. Todas las áreas vinculadas con nuestras necesidades, sean reales o condicionadas, no sólo mutaron en objeto de comercio, sino en grandes negocios operados por enormes corporaciones. Tras pocas décadas de desregulaciones y “reformas”, el mundo y toda su complejidad funciona bajo la égida del gran capital.


Para una corporación, da lo mismo invertir en entretención, comunicaciones, transporte, vivienda, salud o educación. El objetivo es conseguir cuantiosas utilidades. Lo vemos en muchos sectores de la economía. En todos los medianamente rentables, han ingresado consorcios en permanente disputa por los mercados. El resultado ha sido una economía que exhibe por sus cuatro costados características de oligopolio, cuando no de monopolio. Sucede en las telecomunicaciones, en el comercio al detalle, en la banca, en las farmacias, en los medios de comunicación, en la salud privada y, finalmente, en la educación superior. Las universidades privadas y los centros de educación superior han conseguido titulares en los medios especializados en economía al haberse convertido en instituciones de alta rentabilidad. En otras palabras, en un gran negocio. Con razón el periódico Estrategia califica la educación como una “industria”.

Hacia finales de diciembre, en pleno proceso de postulación a las universidades, el Servicio de Información de la Educación Superior del Mineduc (SIES), publicó que las 58 casas de estudio que entregaron sus datos obtuvieron ingresos en 2009 por más de cinco mil millones de dólares. Una cifra impresionante y, como sucede en otros mercados, también muy concentrada: las cuatro primeras universidades del ranking de ventas controlan el 40 por ciento del mercado.


Baile de millones


Para darnos una idea de la magnitud de este mercado podemos hacer algunas comparaciones. Es mayor que el mercado de las farmacias, estimado en unos 1.700 millones de dólares. Es también mayor que todas las ventas que realizó ese mismo año D&S (dueños de Lider), la mayor cadena de supermercados del país, y se acerca a las ventas que Falabella realizó en 2009 en toda Latinoamérica, las que llegaron a 6.410 millones de dólares.

La “industria” de la educación superior está encabezada por la Universidad Católica de Chile, que generó ventas por 813 millones de dólares, obteniendo una participación de mercado de 16 por ciento. En segundo lugar de ventas aparece la Universidad de Chile, seguida por la de Concepción y la privada Andrés Bello, con ingresos por 338 millones de dólares.
Al observar las ganancias y rentabilidad de éstas y otras instituciones, es otra la figura que aparece. Son las privadas las que lideran ese ranking de ganancias y, por cierto, también el de la rentabilidad. La Universidad Católica tuvo ganancias por más de diez mil millones de pesos en 2009, lo que le da una rentabilidad (ingresos/utilidad) del 2,7 por ciento. El caso de la Universidad de Chile es similar: tuvo ganancias por más de ocho millones de dólares y una rentabilidad del 1,8 por ciento, en tanto la Universidad de Concepción, pese a haber tenido ingresos por más de 338 millones de dólares, cerró su balance con números rojos. La cuarta casa de estudios por ventas, es privada. La Universidad Andrés Bello tuvo ganancias por unos 30 millones de dólares, con una rentabilidad del 15 por ciento, sensiblemente más alta que las anteriores.


La universidad que lidera las utilidades es privada. Se trata de la Universidad Tecnológica de Chile Inacap, que obtuvo en 2009 una cifra superior a los 17 mil millones de pesos, cerca de 37 millones de dólares, con una rentabilidad del 18,6 por ciento. El segundo lugar de ganancias lo tiene la Universidad Andrés Bello, seguida por la Universidad Autónoma, con 11.700 millones -unos 25 millones de dólares- y una rentabilidad del 15 por ciento. El cuarto lugar lo ocupa la Universidad Católica. Las cuatro casas de estudios con mayores ganancias sumaron unos 54 mil millones de pesos, o 114 millones de dólares.


¿Sin fines de lucro?


No todas exhiben estos resultados. Hay también grandes pérdidas. La Universidad de Las Américas, que pertenece a Laureate International, el mismo dueño de la Andrés Bello, tuvo pérdidas por más de once mil millones de pesos pese a haber tenido ingresos por 48 mil millones. Otro caso es la Universidad de Santiago, con una pérdida superior a los cuatro mil millones de pesos, y la Uniacc, con más de mil millones en pérdidas pero ingresos por sobre los 18 mil millones de pesos.


Las universidades, que operan bajo la figura legal “sin fines de lucro”, se apresuran a explicar que sus ganancias son todas reinvertidas en nuevos activos. Es lo que hizo la Universidad Nacional Andrés Bello a través de un comunicado público, en el que explicó el destino de esos fondos: planta docente, infraestructura, becas. Al tratarse de un negocio de miles de millones de dólares, la comunidad exige un mínimo de transparencia. En declaraciones a El Mercurio, José
Joaquín Brunner, director del Centro de Políticas Comparadas en Educación de la UDP, dijo que es “curioso” que algunas instituciones de educación se nieguen a entregar sus datos financieros. Además dijo que con la información disponible “no es posible separar a las instituciones que reinvierten la totalidad de sus excedentes en su propia operación, de aquellas que distribuyen una parte o toda la ganancia entre sus dueños. Es algo que urge clarificar”.


Harald Beyer, coordinador académico del CEP, va aún más lejos. “Aquí tenemos los resultados de las universidades, pero no los de los holdings a los que en muchos casos pertenecen. Estos datos no permiten saber, por ejemplo, si los resultados operacionales son efectivos o si son fruto de una corrección monetaria, una provisión o un tema contable. Se requiere contar con un estado de flujo”, dijo a ese mismo diario.

Estas sospechas se refuerzan al observar los cambios de propiedad en las universidades privadas. Durante los últimos años han ingresado al sector no sólo grandes corporaciones internacionales, sino también inversionistas extranjeros con activos en otras áreas del comercio y la economía. Bien conocido es el caso de Laureate International Universities, dueño de las universidades de Las Américas y Andrés Bello, o del consorcio estadounidense Apollo, que en 2008 compró la Universidad UNIACC, una institución “sin fines de lucro”, por 40 millones de dólares. Y también la Universidad Santo Tomás, con ventas por unos cien millones de dólares anuales, que tiene entre sus accionistas a Linzor, fondo de inversión estadounidense con presencia latinoamericana.

Este es un caso muy particular. Porque Linzor fue el primer interesado en comprar Chilevisión en abril de 2010, con una oferta de 140 millones de dólares. Era parte de su diversificación. Este fondo es además propietario de la cadena de cines Hoyts, cuyas ventas superaron los 60 millones de dólares el año 2009, de la Isapre Cruz Blanca (ventas por 445 millones de dólares), Cruz Blanca Salud e Idelpa Salud.


La investigación
de M.O. Mönckeberg


Las conjeturas que Brunner y Beyer formulan en El Mercurio están constatadas en investigaciones sobre el tema. Tal vez
el principal trabajo que se ha hecho sobre la materia es El negocio de la universidades en Chile (Random House Mondadori), libro de más de 600 páginas escrito por la periodista María Olivia Mönckeberg, quien realiza una detallada y alarmante investigación sobre esta actividad.

En una conversación sostenida entre este cronista y María Olivia Mönckeberg sobre la materia, la periodista explicó cómo se articula este gran negocio rotulado como sin fines de lucro. “Son corporaciones sin fines de lucro, pero sin embargo esa norma prácticamente nadie la sigue. Creo que en esto hay dos grandes tipos de negocio. El negocio propiamente tal, que está interesado en sacar la mayor cantidad de dinero a través de subterfugios, como la inmobiliaria que arrienda los edificios, el que presta servicios como el aseo, los proveedores diversos, etc. Por otra parte, hay que considerar que hay una serie de subsidios que tienen las universidades por el solo hecho de serlo. Arrastran la legislación histórica que beneficiaba a las universidades tradicionales que desempeñaban un rol público, por lo cual no pagan IVA y otros impuestos. Tienen una serie de beneficios tributarios. Según especialistas, es un negocio que tiene más facilidades tributarias que la construcción. Es un negocio que por dar este servicio, educación, está muy favorecido”.


El negocio de la educación aguanta todo tipo de matices y pliegues. Desde dudosos diplomados, títulos que convalidan a presión otros estudios, títulos flexibles, modulares, a distancia, en fin, productos de todo tipo bien publicitados como tales. El servicio de la educación aparece modelado por los creativos publicitarios y como un buen ingreso para los medios de comunicación.

La inversión total en publicidad es probable que supere los 900 millones de dólares anuales en los balances de 2010. De este total, según el informe de Achap de 2008 (Asociación Chilena de Agencias de Publicidad), la participación por rubros está bastante atomizada, pero hay claros líderes. En primer lugar, como es tradicional y bien observable, están las grandes tiendas, con alrededor del nueve por ciento del total invertido. Les sigue la telefonía, con 4,7 por ciento, los automóviles, con 3,4%, y los productos de higiene y belleza, con un poco menos. En el octavo lugar aparece el rubro universidades, con un 2,5 por ciento del total invertido, lo que da una cifra de 22,5 millones de dólares, que supera a toda la publicidad de un sector como la banca o las farmacias. Una inversión extremadamente abultada para una actividad sin fines de lucro.


No cabe duda que esta inversión está directamente orientada a ganar más mercado, como ocurre en otros sectores como las grandes tiendas, la venta de automóviles, los productos de belleza o la telefonía, todos sectores cuyo objetivo es tener una alta rentabilidad. Según las rentabilidades observadas en el informe del Mineduc, éstas llegan a superar a una actividad tan inspirada por el lucro como es la banca. Durante 2009 el Banco Santander consiguió una rentabilidad del 28 por ciento, el Banco de Chile del 20 por ciento y el BBVA del 15. La Bolsa de Comercio, que es el sitio de la especulación, el lucro y la ambición, cerró 2010 con una rentabilidad del 35 por ciento. ¿Qué otros sectores, y no sólo aquellos sin fines de lucro, pueden ostentar rentabilidades como los obtenidos por Inacap o la UNAB?


PAUL WALDER












Negocio ideológico


Si observamos los directorios de las universidades privadas, hallaremos nombres y figuras ligadas con las grandes corporaciones y con corrientes políticas y religiosas. No es raro ver antiguos altos funcionarios de la dictadura a la cabeza de las casas de estudio, como sucedía hasta hace pocos años con Francisco Javier Cuadra, ministro secretario general de gobierno de Pinochet en la Universidad Diego Portales, con Mónica Madariaga, como rectora de la UNAB, o el ex ministro de Hacienda de Pinochet, Hernán Büchi, presidente de la Universidad del Desarrollo, en cuyo directorio aparecen también empresarios como Carlos A. Délano, presidente del grupo Penta, Carlos Eugenio Lavín, vicepresidente del mismo grupo y Ernesto Silva Bafalluy, presidente de la AFP Cuprum. Hasta hace poco el actual ministro de Educación, Joaquín Lavín, formaba parte de este directorio.

Este es un negocio a largo plazo. Lo tiene el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, en las universidades Los Andes y Finis Terrae. Y también está la Universidad Adolfo Ibáñez, que es de una fundación ligada a un grupo económico importante. Es curioso ver en su nómina de estudiosos honorarios la mención de fallecidos economistas, como Hayek o Milton Friedman. Es claro ver también la adhesión a la sociedad Mont Pelerin.

Otro caso es la Universidad San Sebastián, estrechamente ligada a la UDI. En su consejo, que preside Alejandro Pérez Rodríguez, aparecen como director el senador Pablo Longueira y el general en retiro Ernesto Videla, quien fue subsecretario de Relaciones Exteriores de Pinochet. Otro de sus directores es Andrés Navarro, presidente de Sonda.

Las universidades tienen muy pocas normas legales que las regulen. Tan pocas, que los conflictos de intereses abundan. Por ejemplo, está el caso de senadores que han sido o son miembros de las juntas directivas universitarias. Hemos citado a Pablo Longueira en la Universidad San Sebastián, pero también el senador de la UDI, Hernán Larraín, fue miembro del directorio de la Universidad Santo Tomás, que hoy preside Marcos Büchi. Y hay más casos que debieran considerarse conflictos de intereses. Los vínculos con la política son parte habitual de estos directorios. Otro ejemplo es el del presidente del Partido Radical, senador José Antonio Gómez, que fue miembro de la junta directiva de la Universidad del Mar


P.W.




(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 726, 7 de enero, 2011)
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jueves, enero 06, 2011

Wikileaks y la guerra de la información

Wikileaks puede haber inaugurado una nueva etapa en el periodismo. Cuando observamos que los medios tradicionales, desde los diarios de circulación nacional, a la televisión y la radio, han devenido en industrias de la comunicación controladas por grandes grupos económicos, los que tienen a la vez intereses en otros sectores de la economía aparte de sus relaciones con el poder político, el periodismo independiente ha de buscarse en otra parte. El impacto de Wikileaks en la opinión pública mundial ha hecho emerger nuevamente el enorme potencial de las tecnologías de la información, las que han podido hasta ahora, no sin problemas y persecuciones, mantener su independencia.

La experiencia de Wikileaks es puramente digital y sólo puede existir en la red. Puede ser concebida como un medio de información, como periodismo, pero tal vez estamos en presencia de un nuevo concepto de información. Algo así como el “periodismo científico”, expresión empleada por el fundador de Wikileaks, Julian Assange, que apunta a un periodismo observable, comprobable, que permite al lector el acceso directo a las fuentes. Esta facultad no es posible en los medios tradicionales, hoy más cercanos a entretener y comerciar que a informar.

En una interesante entrevista realizada por una revista estadounidense, el ex director del diario El País y consejero del grupo Prisa, Juan Luís Cebrián, reflexionó sobre el cambio en la forma de hacer y consumir información, lo que estaba afectando los negocios de su grupo, así como a otros grandes consorcios de la prensa de papel. Cebrián no hablaba de Wikileaks, pero su reflexión se ajusta con precisión a esta experiencia: "El cambio fundamental está en que los diarios se sustentan en un sistema del siglo pasado: la economía de oferta; y la era digital trae una economía de demanda. Estamos en un momento en el que la intermediación, que es lo que caracteriza a la democracia representativa, está desapareciendo. Y los periodistas, que somos intermediarios entre lo que pasa y los que demandan información, estamos viendo cómo son los demás, los no periodistas, los que cuentan lo que les pasa sin ningún tipo de intermediario. Y como no sabemos qué hacer, le echamos la culpa al soporte, a ese viejo papel de periódico”. Podemos agregar que la culpa no sólo la tiene el papel, sino son los contenidos, cada vez más ligados a los grandes intereses comerciales y corporativos.

Wikileaks va a las fuentes, a los insumos, a la materia prima, a la información, que ha devenido en una mercancía, un commodity moldeable por los grandes consorcios periodísticos a sus propios intereses y otros afines para convertirla finalmente en un producto de consumo de masas. Los medios tradicionales, como afirma Cebrián, ofrecen este producto, el que es cada vez menos apreciado por los consumidores, que demandan información más cruda, menos intermediada, más fiable.

Assange eligió una serie de grandes periódicos del mundo, entre ellos El País, para que hagan la digestión de los millares de kilos de información. Pese a las críticas por esta elección, y pese a la posibilidad de una manipulación de la materia prima, la información filtrada por las numerosas fuentes ha aparecido, gotea cada día y molesta, lo que ha llevado al gobierno de Estados Unidos a presionar a las empresas de internet a suprimir sus servicios con Wikileaks y a pedir a través de oscuros pretextos la cabeza de Assange.

El impacto político y periodístico de Wikileaks ha transparentado el enorme poder de las corporaciones, no sólo en todas las áreas de la industria y los servicios, sino también y de manera creciente en internet. Esas presiones de la Casa Blanca sobre el servidor estadounidense que alojaba al sitio de Assange, o aquellas sobre las empresas financieras para bloquear las donaciones mediante Pay Pal a través de las tarjetas Visa y Mastercard (las que probablemente canalizan casi la totalidad de las transacciones internaciones en la web), tuvieron efectos por la enorme concentración que sufren los flujos de información en internet. Porque la diversidad inicial de la web hoy apunta también aquí a oligopolios, acaso monopolios. Una muestra puede verse en los buscadores. De los cientos que existen o subsisten, Google ha pasado a ser un estándar mundial: canaliza más del 90 por ciento, o tal vez el 99 por ciento de las consultas en la web. Hoy casi todas las búsquedas nacionales, locales, regionales, acotadas a una u otra lengua, están filtradas por Google. Esta concentración facilitaría que presiones políticas puedan bloquear, a la manera china, de todo los contenidos relacionados con Wikileaks.

Pero internet tiene también en su esencia, en su tecnología, el concepto de la flexibilidad, de la viralidad, de la ubicuidad. Hoy Wikileaks se ha mudado a un servidor en Suiza (wikileaks.ch) y podría replicarse en múltiples otros servidores y sitios. Podría hacerlo con Assange libre o en prisión. La guerra de la información está desatada.

PAUL WALDER

martes, enero 26, 2010

Del neoliberalismo encubierto al libre mercado desatado

El lunes 11 de enero, a escasos días de las elecciones presidenciales, Michelle Bachelet firmó el ingreso de Chile a la OCDE, inscripción que fue traducida por la misma gobernante como el fin del camino de modernización y apertura comercial iniciado por el primer gobierno de la Concertación. Tras veinte años de persistentes políticas a favor de la inserción de Chile en los mercados globales a través de profusos acuerdos comerciales con naciones de todo el planeta, Bachelet resumía el evento: "Lo que ha ocurrido durante estos veinte años es histórico. Chile deja atrás el subdesarrollo y se encamina a paso firme para convertirse en una nación desarrollada en unos años más”.

Una satisfacción más bien personal que no pudo impregnar a la opinión pública del mismo modo como sí lo lograron años atrás las firmas de tratados comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, interpretados por los gobiernos de entonces como el “ingreso de Chile a las grandes ligas”. La pesadumbre por la baja votación conseguida por Eduardo Frei en la primera vuelta electoral del 13 de diciembre y la inquietud por los resultados de la segunda vuelta del 17 de enero pasado oscurecían tanto la mirada retrospectiva de las políticas de la Concertación, como la visión futura. Porque muchos de los temas levantados por el candidato de izquierda Jorge Arrate y el independiente Marco Enríquez Ominami fueron críticas directas a las políticas económicas de los veinte años que destacaba erradamente Michelle Bachelet.

Si el gobierno ha considerado el ingreso del país a la OCDE como el salto hacia una correa transportadora que conducirá al pleno desarrollo, la percepción en la opinión pública se mueve por otras realidades, las que son los efectos directos, individuales y sociales de aquel anunciado y nunca alcanzado desarrollo. Porque las consecuencias locales de la inserción de Chile en los mercados mundiales, de la globalización económica y financiera, han sido también la desregulación de todos los mercados nacionales y la concentración de la propiedad a favor de las grandes corporaciones, lo que llevó durante los últimos veinte años a una entrega sin precedentes del poder al sector privado, de todo tipo de abusos corporativos, de la pérdida de derechos ciudadanos y de un aumento persistente de la desigualdad en la distribución de la riqueza. Durante estas dos décadas las grandes corporaciones de los sectores industriales, de servicios y, de modo especial, financiero, lograron ganancias inéditas en Chile, las que, pese a la negada pero vigente política del chorreo económico, no se extendieron al resto de la población. Todo Chile ha trabajado para el enriquecimiento ilimitado del gran capital.

Un ciego malestar

Tras más de veinte años de neoliberalismo sin efectos favorables en la calidad de vida, el ciudadano finalmente ha expresado su malestar. Y nada más claro que en el voto. Pero no se trata de un fenómeno reciente. La votación contra la Concertación es el resultado de un proceso nacional subterráneo escasamente medido y poco escuchado por los gobernantes. Desde comienzos de la década y tras la crisis asiática los reiteradamente anunciados beneficios de la apertura comercial y la globalización económica y financiera ya eran interpretados por el país con creciente sospecha. Porque a la prédica de “más y mejores empleos” la evidencia era otra: un alto desempleo y deterioro, mediante externalización y flexibilización laboral de hecho, de los trabajos. Al discurso de más y mejor consumo, el ciudadano se vio prisionero de la concentración de la propiedad y de prácticas de colusión de precios, algunas evidentes pero muchas ocultas, y de un sistema crediticio abiertamente usurero y amparado por la institucionalidad económica sostenida por los gobiernos de la Concertación. Un consumo pagado en cuotas bajo la intimidación permanente de Dicom, castigo no sólo económico, sino que ha significado la supresión de la condición de consumidor, de ciudadano. Ante éstas y numerosas otras evidencias, los chilenos fueron alimentando un amargo resentimiento tanto a las políticas y a la falsa retórica de la Concertación.

Aunque los gobiernos de la Concertación, y en especial el saliente de Bachelet, intentaron destacar una vertiente social –desde el crecimiento con equidad de Ricardo Lagos a la redes de protección social de Bachelet- , la realidad, medida el domingo 13 de diciembre y el 17 de enero, ha sido otra. Ya hacia la mitad de la década la iglesia católica tuvo que interceder varias veces en conflictos sociales y laborales derivados de una institucionalidad hecha a medida de la gran empresa, proponer un salario –ético le llamaron- más justo para los trabajadores y, tal vez el llamado más concreto, criticar la esencia del mal: el modelo neoliberal.

Sondeos muy poco difundidos ya hablaban desde comienzos de la década del fuerte malestar que había producido en los chilenos la ampliación y consolidación del modelo de libre mercado. Estudios del PNUD concluían que una gran mayoría de la población quería más intervención del Estado en la economía. No bastaba con una mayor regulación, cuyos resultados sólo han demostrado la debilidad del Estado para fiscalizar y castigar a las grandes corporaciones, sino un giro a ortodoxia del mercado.

En noviembre pasado la BBC divulgó un sondeo mundial sobre el actual apoyo al modelo neoliberal, el que fue en su momento silenciado por la gran prensa chilena. Sólo meses más tarde el periodista Ernesto Carmona rescató el estudio y lo hizo circular a través de Internet. Los datos son contundentes y reflejan que más del 90 por ciento de los chilenos estima que el Estado debe asumir un rol más activo en la economía.

Entre otros datos, la encuesta reveló que casi la mitad de los chilenos “está de acuerdo en declarar que el capitalismo de mercado libre tiene problemas que se requieren resolver con más regulación y reformas, pero el 20 por ciento cree que se necesita un sistema distinto (...) en tanto un 72 por ciento de los encuestados aprueba más control gubernamental de industrias importantes, un 91 por ciento opina que el gobierno debe tener un rol más activo en la distribución uniforme de la riqueza y un 84 por ciento pide una mayor presencia del gobierno en la actividad reguladora del capitalismo”.
Tal vez la conclusión más rotunda es que Chile, tras Brasil, es el país, entre 27 naciones estudiadas, con mayor rechazo al sistema neoliberal. De acuerdo a la encuesta, los chilenos repudian sin más el actual modelo económico, fenómeno tal vez percibido por la Concertación, que incluyó entre su discurso electoral la idea de “más Estado”, eslogan que se levantó como una paradoja al observar las políticas de los últimos veinte años. Para ello basta recordar que durante el gobierno del derrotado Eduardo Frei se entregaron al sector privado áreas tan sensibles como el agua potable y los puertos.

Frankenstein de la Concertación

La resistencia al neoliberalismo en un país que ha desarrollado y acariciado este modelo con una fruición sin parangón en el mundo durante más de treinta años es un caso que ha de tenerse en cuenta. Porque el malestar sucede también en una nación despolitizada, carente de organizaciones sociales y sin una prensa masiva que ejerza la crítica, rasgos que han favorecido al populismo de la derecha. El modelo neoliberal, instalado a la fuerza por la dictadura fue moldeado por la Concertación para regocijo de la derecha y financiado por el gran sector privado, que ha convertido el consumo de masas como el único objetivo de la democracia. Un largo proceso que abarca ya más de una generación y que terminó por identificar a la Concertación con las penurias del modelo. Aun cuando es la derecha económica amparada por los militares la que detenta la paternidad neoliberal, fue la Concertación quien alimentó, fortaleció y embelleció a la criatura. Hoy, con rasgos de Frankenstein, ha destruido a quien la tomó en tan cálida adopción.

Los efectos del modelo no están sólo en el mall y en artilugios de consumo, presentados a modo de zanahoria a los ojos del burro. Los verdaderos efectos, que son el garrote, están en la comercialización de todas las actividades de la vida, partiendo por la salud, la educación y todos los servicios. Y también están en el alto desempleo, en el pavor producido por la inestabilidad laboral, en la inequidad, en la desprotección social. Se trata de efectos negados por el sector privado y, si bien últimamente y muy tardíamente reconocidos por los gobiernos, nunca resueltos. Un ejemplo de la mínima incidencia de estas políticas asistenciales ha sido la pensión asistencial que creó el gobierno saliente para las personas que quedan al margen del sistema privado de pensiones. Esta ley, celebrada como un triunfo de las políticas públicas ante el mercado, se estrelló a poco andar con el colapso financiero internacional, que generó pérdidas millonarias a los fondos de pensiones de todos los trabajadores. Tras la debacle masiva, el gobierno, sin intervenir ni criticar el sistema privado, sólo observó los movimientos del mercado.

Las condiciones laborales han quedado al arbitrio del mercado, lo que ha sido amparado durante veinte años por los gobiernos de la Concertación. Una encuesta de la Dirección del Trabajo publicada la primera semana de enero reflejó las condiciones laborales en el sector privado: más de la mitad de los trabajadores chilenos (55 por ciento) gana sueldos que no superan los 257 mil pesos brutos, en tanto sólo en el 5,1 por ciento de las empresas existen sindicatos activos.

La Concertación se presentó en estos años como el representante de la gobernalidad, de la estabilidad política, de la armonía social. Una política basada en los consensos con la derecha, que ha derivado en una política acotada –expresada por el sistema binominal-, en acuerdos entre las elites y en una fuerte exclusión de las demandas de la ciudadanía y de sus organizaciones sociales. Así como en estos veinte años la economía fue entregada para saciar el apetito del sector privado, la política, limitada a las elites y redes de poder crecientemente corruptas, ha clausurado cualquier posibilidad de mayor democratización.

Las políticas de los consensos fueron decisiones de grupo impuestas en los hechos de un modo autoritario. Un modo de gobierno que tuvo efectos en todos los aspectos de la vida política y social –derechos humanos, pueblos indígenas, políticas públicas, etc.- y que en economía se expresaron en un pacto por mantener y reforzar la ortodoxia neoliberal. Una fusión ideológica que tuvo su expresión en las propuestas de ambos candidatos. Porque si hubo diferencias, éstas fueron pequeños matices, como quedó en evidencia en la oferta del “bono marzo” anunciado por ambos candidatos.

La Concertación, enquistada en el poder político y también en el económico por medio de relaciones gozosas pero peligrosas con las grandes corporaciones, fue incapaz de ofrecer un cambio real, el que ha tomado la derecha, más como figura retórica que como propuesta política ante un pueblo despolitizado, ignorante, amnésico y desmovilizado. Porque si hay algo que la derecha ha defendido durante los últimos treinta años, es el libre mercado, que es su esencia, su ley, su naturaleza. Pero como gran paradoja, esta ciudadanía, explotada por las grandes corporaciones y endeudada con el sector financiero, ha confiado de forma candorosa en los causantes de sus males.

En Chile ha terminado el ciclo de los gobiernos de la Concertación. La ruptura de las fuerzas de izquierda pudo haber sido una causa, las oscuras redes políticas y la corrupción otras, pero en especial ha sido por el descrédito de sus políticas económicas, piedra de tope para la Concertación que crecerá con la derecha. En medio de una crisis internacional que impedirá altos crecimientos del PIB para generar chorreo económico, que es la única política redistributiva aceptada por la derecha, el malestar ciudadano aumentará.

Piñera habla de cambios. Pero en los hechos habrá continuidad en el modelo económico. La Concertación deja tras veinte años el gobierno. Pero seguirá gobernando a sus anchas el mercado.

PAUL WALDER