Codelco: Ganancias, ineficiencia y desigualdad
El conflicto entre Codelco y los trabajadores subcontratados transparentó no sólo la política de recursos humanos y las deterioradas relaciones laborales de esta empresa pública, sino que puso en el primer lugar de la discusión pública la desigualdad en la distribución de los ingresos que generan las estructuras productivas de las grandes corporaciones. Por un lado el país observa la acumulación de riqueza en las grandes compañías, sean éstas públicas o privadas; por otra parte, un proceso de externalización, de subcontratación de las labores productivas, el que conduce, además de la reducción de costos para la empresa, a una precarización del trabajo, tanto en su calidad, en sus prestaciones sociales como en sus niveles salariales.
La convocatoria a una movilización nacional para este 29 de agosto, la que surge de las condiciones laborales y sociales de los trabajadores chilenos, tiene una relación directa y es también una consecuencia de este tipo de gestión, que sólo apunta a la rentabilidad, a los mercados y a la disminución de costos. Que Codelco, la principal empresa pública y la mayor fuente de los recursos fiscales, sea el modelo de este tipo de gestión es, sin duda, además del daño económico y social que provoca en sus empleados, un sombrío referente ético a la comunidad. Si el gobierno apoya sus recursos en este tipo de gestión y ampara y defiende este tipo de relación laboral –así quedó más que demostrado en la actitud de los ejecutivos de Codelco y del mismo Ministro de Hacienda- qué se le puede pedir al sector privado. ¿Tiene el gobierno autoridad para comentar o fiscalizar las relaciones laborales de los otros?
Codelco, pese a ser estatal y también por el hecho mismo de serlo, ha derivado en estos días en el paradigma de la gestión orientada a la reducción de costos salariales. Así es como dos tercios de los trabajadores que ocupa la minera están bajo el régimen de subcontratación. Pero los resultados hechos públicos hace unas semanas enredan aún más esta particular condición. Durante el primer semestre del año, Codelco aumentó sus ganancias para colocarlas como una nueva marca histórica. Un generoso aporte al Fisco logrado a costa de los precarizados trabajadores. Porque Codelco, pese a exhibir un nivel de ganancias descomunales – 4.670 millones de dólares- demostró durante el mismo período ser una compañía ineficiente, con altos costos de producción y sólo favorecida por el alto precio del cobre. Con un costo de producción de 1,26 dólares por cada libra de cobre, la empresa sólo es rentable si el cobre supera este umbral. Hoy, con un precio superior a los tres dólares, sin duda lo es, pero las conmociones que sufre la economía mundial en estos días y las bien ciertas posibilidades de una recesión en Estados Unidos afectarán el precio del metal. Es simplemente un dulce y breve trance en nuestra historia económica.
Los costos de producción subieron un 16 por ciento durante el último semestre y seguirán subiendo, como lo ha afirmado el presidente ejecutivo de la corporación, José Pablo Arellano. Una declaración sin duda sorprendente, que necesariamente ha de apuntar a soluciones, como la explotación de nuevos yacimientos con minerales de más alta ley y más rentables, o, simplemente, lo que no ha dicho pero es presumible en un neoliberal como Arellano, su simple privatización.
La ineficiencia de Codelco, que, repetimos, apoya sus utilidades en la coyuntura internacional y en la reducción de los costos laborales, ha saltado a la luz pública al compararse con la gestión y resultados de las compañías privadas de cobre. Escondida, de la transnacional BHP Billiton, elevó su producción durante este primer semestre, en tanto Codelco la disminuyó, por lo que la transnacional está a punto superar a la compañía estatal como el principal productor de cobre del país. Y si la comparación se hace en la producción, también en las utilidades y en la productividad. Escondida, con menor producción, logró un alza en las ganancias de un 20 por ciento, en tanto el aumento en Codelco fue levemente superior al del semestre anterior. En productividad, según ha denunciado el diputado de RN René Aedo, la diferencia es abismal: un minero de Escondida logra producir unas 200 toneladas al mes, uno de Codelco no más de 40.
La derecha va nuevamente tras Codelco. Lo podemos ver en largos artículos en la prensa afín y en la instalación de comisiones en la Cámara de Diputados. Y está, cómo no verlo, en las intenciones de un eventual gobierno de la derecha a partir del 2009. La Concertación sólo ha administrado, y de espaldas a los trabajadores, lo que hay en Codelco. Sólo falta que baje otra vez el valor del cobre para que se remate a precio de oferta.
La convocatoria a una movilización nacional para este 29 de agosto, la que surge de las condiciones laborales y sociales de los trabajadores chilenos, tiene una relación directa y es también una consecuencia de este tipo de gestión, que sólo apunta a la rentabilidad, a los mercados y a la disminución de costos. Que Codelco, la principal empresa pública y la mayor fuente de los recursos fiscales, sea el modelo de este tipo de gestión es, sin duda, además del daño económico y social que provoca en sus empleados, un sombrío referente ético a la comunidad. Si el gobierno apoya sus recursos en este tipo de gestión y ampara y defiende este tipo de relación laboral –así quedó más que demostrado en la actitud de los ejecutivos de Codelco y del mismo Ministro de Hacienda- qué se le puede pedir al sector privado. ¿Tiene el gobierno autoridad para comentar o fiscalizar las relaciones laborales de los otros?
Codelco, pese a ser estatal y también por el hecho mismo de serlo, ha derivado en estos días en el paradigma de la gestión orientada a la reducción de costos salariales. Así es como dos tercios de los trabajadores que ocupa la minera están bajo el régimen de subcontratación. Pero los resultados hechos públicos hace unas semanas enredan aún más esta particular condición. Durante el primer semestre del año, Codelco aumentó sus ganancias para colocarlas como una nueva marca histórica. Un generoso aporte al Fisco logrado a costa de los precarizados trabajadores. Porque Codelco, pese a exhibir un nivel de ganancias descomunales – 4.670 millones de dólares- demostró durante el mismo período ser una compañía ineficiente, con altos costos de producción y sólo favorecida por el alto precio del cobre. Con un costo de producción de 1,26 dólares por cada libra de cobre, la empresa sólo es rentable si el cobre supera este umbral. Hoy, con un precio superior a los tres dólares, sin duda lo es, pero las conmociones que sufre la economía mundial en estos días y las bien ciertas posibilidades de una recesión en Estados Unidos afectarán el precio del metal. Es simplemente un dulce y breve trance en nuestra historia económica.
Los costos de producción subieron un 16 por ciento durante el último semestre y seguirán subiendo, como lo ha afirmado el presidente ejecutivo de la corporación, José Pablo Arellano. Una declaración sin duda sorprendente, que necesariamente ha de apuntar a soluciones, como la explotación de nuevos yacimientos con minerales de más alta ley y más rentables, o, simplemente, lo que no ha dicho pero es presumible en un neoliberal como Arellano, su simple privatización.
La ineficiencia de Codelco, que, repetimos, apoya sus utilidades en la coyuntura internacional y en la reducción de los costos laborales, ha saltado a la luz pública al compararse con la gestión y resultados de las compañías privadas de cobre. Escondida, de la transnacional BHP Billiton, elevó su producción durante este primer semestre, en tanto Codelco la disminuyó, por lo que la transnacional está a punto superar a la compañía estatal como el principal productor de cobre del país. Y si la comparación se hace en la producción, también en las utilidades y en la productividad. Escondida, con menor producción, logró un alza en las ganancias de un 20 por ciento, en tanto el aumento en Codelco fue levemente superior al del semestre anterior. En productividad, según ha denunciado el diputado de RN René Aedo, la diferencia es abismal: un minero de Escondida logra producir unas 200 toneladas al mes, uno de Codelco no más de 40.
La derecha va nuevamente tras Codelco. Lo podemos ver en largos artículos en la prensa afín y en la instalación de comisiones en la Cámara de Diputados. Y está, cómo no verlo, en las intenciones de un eventual gobierno de la derecha a partir del 2009. La Concertación sólo ha administrado, y de espaldas a los trabajadores, lo que hay en Codelco. Sólo falta que baje otra vez el valor del cobre para que se remate a precio de oferta.