WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

sábado, septiembre 06, 2008

Grandes Chilenos: el mayor de sus héroes


Previo a cualquier comentario, es necesario explicar o esbozar la metodología del concurso de TVN Grandes Chilenos. El proceso se inició con una larga lista de figuras propuesta por historiadores, la que más tarde se sometió a votación entre estudiantes y profesores de Historia de la enseñanza básica, media y superior. Acotada ahora la lista a un grupo de finalistas, comenzó la carrera, cuyas apuestas están abiertas al público que hoy vota por internet. En esta parte del proceso estamos.

Hasta el cierre de esta edición, Grandes Chilenos lo encabezaba Arturo Prat, con el 34 por ciento de la votación, seguido bastante de cerca por Salvador Allende, con un 30. En tercer lugar, con el trece por ciento, está el Padre Hurtado, y más lejos Víctor Jara. Ya con mucho menos aparece el guerrillero Manuel Rodríguez y el líder mapuche Lautaro, que en rigor, aun cuando sea grande, no es chileno. Con una ínfima votación está el patriota José Miguel Carrera y los laureados poetas Gabriela Mistral y Pablo Neruda. El mismo apoyo tiene Violeta Parra.


El concurso, que es una creación de la BBC extendida y reproducida en numerosos otros países, está a medio camino entre la mera entretención, el conocimiento histórico oficial y la relación afectiva entre el público y las figuras históricas. Por afectivo podemos entender una afinidad política, de género, a una empatía de diversos orígenes. Si en Chile el cantautor Víctor Jara desplazó a los próceres O’Higgins y Carrera, en Gran Bretaña la fallecida Lady Diana o Los Beatles hicieron lo suyo con Winston Churchill. Pero la pugna no sólo es entre figuras públicas de muy disímil ámbito, como en el caso británico. También político: en Rusia hubo una movilización fuerte entre los que apoyan a Stalin y los sectores zaristas, y en Italia, y esto es una especulación, Julio César debe haber competido con Francisco de Asís, Verdi o Dante. Más que un ejercicio de historia, o lo que se entiende como historiografía, es un ejercicio de reflexión social, política y, por cierto, también histórica. Este tipo de eventos – ¡cómo influyen en el imaginario social los medios de comunicación de masas!- sin duda que también amoldan el presente y modelarán la continuidad de la historia.

En un primer vistazo vemos un rechazo a la historiografía y a todos los elementos que buscan cristalizar la noción más clásica y conservadora de la chilenidad, idea construida a base de próceres, héroes, batallas y semidioses. Una inspiración e inflamación heroica que cruza toda la historia de occidente, desde Alejandro, Julio César a Napoleón, es también el insumo útil para crear chilenos desde la cuna y el jardín. Un sesgo historiográfico construido también desde la dominación, la violencia y la muerte. Esta ha sido y es la tradición, mantenida y alimentada por historiadores conservadores. Es la leyenda, es el mito.

Pese a esta formación que se trasmite desde los filones del imaginario social y desde las aulas –los conservadores pondrán el grito en el cielo y pedirán la cabeza de los profesores de historia- el concurso está demostrando la fragmentación de las más profundas nociones de aquella tradicional chilenidad: el programa concurso demuestra su desintegración. ¡Como si las estatuas de los próceres se desmenuzaran!

Que Arturo Prat, un héroe de los más clásicos, encabece el ranking no tiene ninguna importancia. (Es ayudado por varios regimientos que votan con disciplina militar por el marino). Que gane Prat es una anécdota, un dato al margen. No creo que altere el ejercicio de reflexión popular, este ejercicio de historiografía masiva y popular que ha enfurecido a no pocos historiadores y grupos tradicionalistas. Pero su rabia no surge solo al ver a las masas opinando, sino al ver otras corrientes de escritura histórica que hacen prevalecer a los sujetos colectivos, populares, por sobre las figuras políticas y militares. ¿Qué dirán cuando Víctor Jara supera en miles de millares de votos a Carrera?

Lo de Arturo Prat es un residuo de aquella formación tradicional. Una figura que salta a la historia por un solo y único evento. Como una fotografía. Quien le sigue en votación es Salvador Allende, una personalidad política contemporánea que se ha instalado en nuestra historia pese a los evidentes filtros y obstáculos colocados en las aulas y en el espacio público por la institucionalidad conservadora durante estos últimos 35 años. Ambos, sí, son dos figuras instaladas en la memoria por la tragedia.

Los medios de comunicación ciertamente cumplen hoy una función propagandística, promocional, que de una u otra forma tendrán que recoger los historiadores. Amplifican eventos –cómo no recordar el funeral del general Bernales- y silencian otros. Hay figuras para los medios y otras que son inexistentes.

La elevación de Salvador Allende al segundo lugar del ranking es un hecho sin duda sorpresivo. Es necesario recordar que el nombre y obra de Allende fue durante 16 años ferozmente atacada por los medios de comunicación controlados por la dictadura. Y es necesario también recordar que la actual estructura de propiedad de todos los medios de comunicación se han ocupado de mantener esa idea durante los años de la llamada democracia.

Allende ha pasado a la historia, pero no por los conductos oficiales. Se ha traspasado de generación en generación, Allende es un relato filtrado de familia en familia, de persona en persona. No sólo se le considera como el político más grande de la historia chilena, sino apunta también a ser el más grande de sus héroes.

PAUL WALDER

Publicado en Punto Final




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