El Mal habla de su mismo mal
Hablamos de desigualdad social en Chile. Habla la clase política, hasta algunos empresarios, habla de la injusticia la elite. Se rasgan las vestiduras por la extrema concentración del poder. Se habla del mal desde el mismo mal. La gente, la sociedad civil, sólo padece la injusticia y observa el debate. Los cambios vienen desde arriba y es eso lo sospechoso. Se dice que hoy preocupa la desigualdad porque han subido los niveles de delincuencia, porque la desigualdad es un caldo de cultivo de conflictos sociales. En otras palabras, el mismo mercado corrige al mercado. Es necesaria más equidad para el buen funcionamiento del libre mercado, como dijo Lagos el martes en Estrasburgo. No es necesaria la equidad por justicia social, por una mínima ética, porque forma parte de un ideario social o político. Lo es porque ayuda en los negocios.
Estas argumentaciones llegan a pasmar. Ya no importa si se trata de un oscuro cinismo o de un pragmatismo a toda prueba. Lo más inquietante es que las propuestas de equidad provengan desde las elites, que concentran todo el poder económico y político de este pequeño país. Ellos han pasado a un estado de virtual deidad, y son capaces de decidir cuando dar y cuando quitar. La gente, el país, y es esto lo más lamentable, sólo observa, así como lo ha hecho en otros tristes períodos con reyes y emperadores.
Estas argumentaciones llegan a pasmar. Ya no importa si se trata de un oscuro cinismo o de un pragmatismo a toda prueba. Lo más inquietante es que las propuestas de equidad provengan desde las elites, que concentran todo el poder económico y político de este pequeño país. Ellos han pasado a un estado de virtual deidad, y son capaces de decidir cuando dar y cuando quitar. La gente, el país, y es esto lo más lamentable, sólo observa, así como lo ha hecho en otros tristes períodos con reyes y emperadores.