El insoportable peso de la Concertación
Michelle Bachelet realizó la noche del martes el tercer cambio de gabinete en dos años al remover esta vez seis ministerios, acción quizá habitual para los profundos registros de la historia chilena, pero sin duda inédito para el contexto de los gobiernos de la Concertación. Si a estos dos cambios mayores se le añaden otros ajustes menores, las estadísticas se elevarían a cinco movimientos, marca que establece un evidente récord para el escaso año y once meses que regenta La Moneda.
Bachelet ingresará al tercer año –de sólo cuatro- de su mandato con un tercer Ministro del Interior, cartera ocupada desde un comienzo por tradicionales figuras de la Democracia Cristiana (DC). A Andrés Zaldívar le sucedió Belisario Velasco, que ha sido desde el martes reemplazado por Edmundo Pérez Yoma, nombre y figura estructural de la DC y ministro en varias carteras durante los anteriores gobiernos de la Concertación. Pérez Yoma, que viene a rellenar el cargo vacante que había dejado su antecesor, un renunciado y marginado Velasco, entra también a fortalecer un equipo de gobierno que hoy sufre todos los pesares de la Concertación: el mismo martes cinco diputados de la Democracia Cristiana renunciaron al partido, y el miércoles la Corte Suprema confirmó el desafuero de una diputada del PPD por “estafa y fraude al Fisco”, lo que ha dejado al oficialismo en el Congreso virtualmente empatado en la oposición de derecha.
Los recientes cambios se realizaron, además de Interior, en las carteras de Economía, Agricultura, Obras Públicas, Mideplán, Minería. Una mudanza que ha sido interpretada por los analistas de la plaza como evidentemente política, trasiego que derivó en un aumento en el gobierno de figuras de mayor peso partidario en desmedro de aquellas calificadas de un perfil “técnico”. En Obras Públicas ingresó Sergio Bitar, el presidente del PPD, en tanto Economía, Agricultura y el mismo Ministerio del Interior estarán controlados por personalidades de la DC muy cercanas a la actual directiva de ese partido. Mideplán, cartera orientada a la elaboración de programas sociales y a la distribución de recursos, sigue en manos del partido socialista, y en Minería ingresó un radical.
El cambio estaba cantado. No así su modelación y apariencia. Hace ya un par de meses, y con insistencia, semanas, se rumoreaba sobre la inminente permuta ministerial. No por nuevos eventos o conflictos sociales, sino por la extrema presión de una ebullición interna. Según editorializa el conservador diario El Mercurio, la primera lógica del cambio ha sido de satisfacer a los partidos de la Concertación “que han experimentado los mayores contratiempos internos”, como hace un tiempo fue el PPD y ahora mismo la DC. Una estrategia que pese a intentar resolver la crisis familiar de cara a las próximas elecciones (municipales el 2008 y presidenciales el 2009) y a la permanente y también ubicua oposición de la derecha, se esboza como una imprecisa señal hacia la ciudadanía: ministros bien solventes en sus cargos debieron entregar sus carteras.
Tras el cambio Bachelet ha dado un giro radical a los enunciados que la llevaron a La Moneda. La renovación de rostros, el gobierno de corte “ciudadano”, ha sido ocupado por las más tradicionales prácticas de los anteriores gobiernos de la Concertación. Bitar fue ministro de Educación durante el gobierno de Ricardo lagos y fue pieza clave de la campaña de Bachelet; Pérez Yoma fue ministro de Defensa durante el gobierno de Eduardo Frei y Marigen Hornkohl , la actual ministra de Agricultura, hasta hace pocos días embajadora en Alemania, fue la jefa de gabinete de la ex ministra de justicia y hoy presidenta de la DC Soledad Alvear, subsecretaria de Previsión Social y ministra de educación en el gobierno de Lagos.
Las críticas al nuevo gabinete han comenzado a fluir, y vienen desde sectores de la misma Concertación. Los renunciados diputados a la DC han comentado que el gobierno está ahora bien parapetado por ministros muy cercanos a Ricardo Lagos –como es el Secretario General de Gobierno, el locuaz Francisco Vidal, y el mismo Bitar- y por figuras del entorno más cercano a Soledad Alvear, como hoy lo es Pérez Yoma, Marigen Hornkohl y unos cuantos más. Con estos antecedentes en la mano y estas interpretaciones, es bien posible afirmar que el candidato de la Concertación para el 2009 surja de estos dos nombres.
Por cierto que el resto de la Concertación ha dado su respaldo a Bachelet, apoyo que también se repitió en la derecha. El eventual candidato de la derecha para el 2009, el millonario de Renovación Nacional Sebastián Piñera, saludó a su “amigo” Pérez Yoma, lo que también hizo el presidente de la mayor organización empresarial chilena. Pero la severa UDI le ha dado esta vez una última oportunidad al gobierno: “La Presidenta tiene en sus manos la última esperanza que tienen los chilenos. Confiamos en que se hayan hecho los cambios necesarios”, dijo en rueda de prensa el miércoles Hernán Larraín, presidente de este partido.
Pérez Yoma, querido por la derecha, no recrea los mismos afectos entre los grupos de izquierda y sociales, como las agrupaciones de derechos humanos. Por sus amistades, por su trayectoria –durante su paso por la cartera de Defensa ostentó de sus muy buenas relaciones con los militares e, incluso, con el capitán general de entonces, Augusto Pinochet-, por su misma biografía, es un político que no agrada a ningún sector de izquierda. Edmundo Pérez Yoma es hijo de Edmundo Pérez Zujovic, ministro del Interior durante el gobierno de Frei Montalva de finales de los sesentas, época cuando ocurrió una matanza de diez campesinos en Puerto Montt. La izquierda responsabilizó a Pérez Zujovic de esta masacre, quien murió asesinado por un comando extremista de izquierda en 1971. Pérez Yoma no tiene afecto por la izquierda, del mismo modo como la izquierda lo repudia.
No son días tranquilos para el Ministerio del Interior, la cartera responsable del control ciudadano. La semana pasada, en un incidente entre comuneros mapuche y la policía, murió un estudiante baleado por un carabinero, acto que se suma a la huelga de hambre de más de 90 días de la activista mapuche Patricia Troncoso. Un ambiente socio-político que lejos de apuntar a un acercamiento, a un eventual diálogo, como han pedido las organizaciones mapuche, tiende a crisparse. Junto a este potencial conflicto, están también las movilizaciones de los trabajadores subcontratados de la empresa minera estatal Codelco, que demandan el ingreso a la planta con todos los beneficios de la corporación.
Los recientes cambios en el gobierno, que ya han sido captados por algunos de los analistas más perspicaces, apuntan a reforzar su propia institucionalidad de cara a las inmediatas y próximas elecciones. Una señal que también ha de interpretarse como la consolidación de las acciones gubernamentales, las que a la vista de la ciudadanía significa que todo estaría ya hecho.
Bachelet ingresará al tercer año –de sólo cuatro- de su mandato con un tercer Ministro del Interior, cartera ocupada desde un comienzo por tradicionales figuras de la Democracia Cristiana (DC). A Andrés Zaldívar le sucedió Belisario Velasco, que ha sido desde el martes reemplazado por Edmundo Pérez Yoma, nombre y figura estructural de la DC y ministro en varias carteras durante los anteriores gobiernos de la Concertación. Pérez Yoma, que viene a rellenar el cargo vacante que había dejado su antecesor, un renunciado y marginado Velasco, entra también a fortalecer un equipo de gobierno que hoy sufre todos los pesares de la Concertación: el mismo martes cinco diputados de la Democracia Cristiana renunciaron al partido, y el miércoles la Corte Suprema confirmó el desafuero de una diputada del PPD por “estafa y fraude al Fisco”, lo que ha dejado al oficialismo en el Congreso virtualmente empatado en la oposición de derecha.
Los recientes cambios se realizaron, además de Interior, en las carteras de Economía, Agricultura, Obras Públicas, Mideplán, Minería. Una mudanza que ha sido interpretada por los analistas de la plaza como evidentemente política, trasiego que derivó en un aumento en el gobierno de figuras de mayor peso partidario en desmedro de aquellas calificadas de un perfil “técnico”. En Obras Públicas ingresó Sergio Bitar, el presidente del PPD, en tanto Economía, Agricultura y el mismo Ministerio del Interior estarán controlados por personalidades de la DC muy cercanas a la actual directiva de ese partido. Mideplán, cartera orientada a la elaboración de programas sociales y a la distribución de recursos, sigue en manos del partido socialista, y en Minería ingresó un radical.
El cambio estaba cantado. No así su modelación y apariencia. Hace ya un par de meses, y con insistencia, semanas, se rumoreaba sobre la inminente permuta ministerial. No por nuevos eventos o conflictos sociales, sino por la extrema presión de una ebullición interna. Según editorializa el conservador diario El Mercurio, la primera lógica del cambio ha sido de satisfacer a los partidos de la Concertación “que han experimentado los mayores contratiempos internos”, como hace un tiempo fue el PPD y ahora mismo la DC. Una estrategia que pese a intentar resolver la crisis familiar de cara a las próximas elecciones (municipales el 2008 y presidenciales el 2009) y a la permanente y también ubicua oposición de la derecha, se esboza como una imprecisa señal hacia la ciudadanía: ministros bien solventes en sus cargos debieron entregar sus carteras.
Tras el cambio Bachelet ha dado un giro radical a los enunciados que la llevaron a La Moneda. La renovación de rostros, el gobierno de corte “ciudadano”, ha sido ocupado por las más tradicionales prácticas de los anteriores gobiernos de la Concertación. Bitar fue ministro de Educación durante el gobierno de Ricardo lagos y fue pieza clave de la campaña de Bachelet; Pérez Yoma fue ministro de Defensa durante el gobierno de Eduardo Frei y Marigen Hornkohl , la actual ministra de Agricultura, hasta hace pocos días embajadora en Alemania, fue la jefa de gabinete de la ex ministra de justicia y hoy presidenta de la DC Soledad Alvear, subsecretaria de Previsión Social y ministra de educación en el gobierno de Lagos.
Las críticas al nuevo gabinete han comenzado a fluir, y vienen desde sectores de la misma Concertación. Los renunciados diputados a la DC han comentado que el gobierno está ahora bien parapetado por ministros muy cercanos a Ricardo Lagos –como es el Secretario General de Gobierno, el locuaz Francisco Vidal, y el mismo Bitar- y por figuras del entorno más cercano a Soledad Alvear, como hoy lo es Pérez Yoma, Marigen Hornkohl y unos cuantos más. Con estos antecedentes en la mano y estas interpretaciones, es bien posible afirmar que el candidato de la Concertación para el 2009 surja de estos dos nombres.
Por cierto que el resto de la Concertación ha dado su respaldo a Bachelet, apoyo que también se repitió en la derecha. El eventual candidato de la derecha para el 2009, el millonario de Renovación Nacional Sebastián Piñera, saludó a su “amigo” Pérez Yoma, lo que también hizo el presidente de la mayor organización empresarial chilena. Pero la severa UDI le ha dado esta vez una última oportunidad al gobierno: “La Presidenta tiene en sus manos la última esperanza que tienen los chilenos. Confiamos en que se hayan hecho los cambios necesarios”, dijo en rueda de prensa el miércoles Hernán Larraín, presidente de este partido.
Pérez Yoma, querido por la derecha, no recrea los mismos afectos entre los grupos de izquierda y sociales, como las agrupaciones de derechos humanos. Por sus amistades, por su trayectoria –durante su paso por la cartera de Defensa ostentó de sus muy buenas relaciones con los militares e, incluso, con el capitán general de entonces, Augusto Pinochet-, por su misma biografía, es un político que no agrada a ningún sector de izquierda. Edmundo Pérez Yoma es hijo de Edmundo Pérez Zujovic, ministro del Interior durante el gobierno de Frei Montalva de finales de los sesentas, época cuando ocurrió una matanza de diez campesinos en Puerto Montt. La izquierda responsabilizó a Pérez Zujovic de esta masacre, quien murió asesinado por un comando extremista de izquierda en 1971. Pérez Yoma no tiene afecto por la izquierda, del mismo modo como la izquierda lo repudia.
No son días tranquilos para el Ministerio del Interior, la cartera responsable del control ciudadano. La semana pasada, en un incidente entre comuneros mapuche y la policía, murió un estudiante baleado por un carabinero, acto que se suma a la huelga de hambre de más de 90 días de la activista mapuche Patricia Troncoso. Un ambiente socio-político que lejos de apuntar a un acercamiento, a un eventual diálogo, como han pedido las organizaciones mapuche, tiende a crisparse. Junto a este potencial conflicto, están también las movilizaciones de los trabajadores subcontratados de la empresa minera estatal Codelco, que demandan el ingreso a la planta con todos los beneficios de la corporación.
Los recientes cambios en el gobierno, que ya han sido captados por algunos de los analistas más perspicaces, apuntan a reforzar su propia institucionalidad de cara a las inmediatas y próximas elecciones. Una señal que también ha de interpretarse como la consolidación de las acciones gubernamentales, las que a la vista de la ciudadanía significa que todo estaría ya hecho.
Etiquetas: Bachelet, cambio gabinete, Concertación, Pérez Yoma