La agenda de los cien días de El Mercurio
El actual gobierno tiene, en sus primeros cien días, a lo menos dos pesados e inéditos registros para nuestra posmoderna democracia. A poco más de 60 días enfrentó la mayor movilización social anotada para un gobierno de la Concertación, y, al cumplirse el plazo de los cien días –período, número o meta impuesta por el propio gobierno- encara su primera crisis de gabinete. Un récord absoluto, si tomamos como referencia los anteriores tres gobiernos del mismo signo.
Descontando las movilizaciones de los estudiantes, el gobierno de Michelle Bachelet, al ingresar en este segundo período, que sin hitos intermedios visibles o aparentes se extiende hasta el final de la década, ya tiene su primera crisis de gabinete, incidente no menor si consideramos que una crisis de gabinete es de por sí un suceso mayor en cualquier gobierno, el que vive el agravante de ser un trance inicial, de nacimiento. Un gobierno que a los pocos meses encara un problema de esta magnitud es un gobierno que nace con un problema estructural, que vive un trauma en una primera infancia, el que probablemente lo marcará por el resto de su mandato. Ya hay, por cierto, algunas señales en esa dirección, como lo es el aparente desorden discursivo y una percepción de improvisación.
A diferencia de las movilizaciones estudiantiles, la actual crisis política no ha surgido desde el ámbito de la sociedad civil, ni tampoco desde la oposición política. Surge desde los llamados poderes fácticos canalizados a través de sus poderosos y concentrados medios de comunicación escritos, los que han desarrollado una estrategia comunicacional para colocar al gobierno en este segundo y complejo trance. El domingo 18 de junio, la víspera del cumplimiento de los cien días, El Mercurio y La Tercera publicaron en sus portadas sus propias encuestas, las que, cómo no, expresaban el malestar ciudadano hacia el desempeño del gobierno. La más contundente, difundida por El Mercurio, acusaba que más del 60 por ciento de los encuestados estaba a favor de un cambio de gabinete. Más allá de la validez de estos sondeos –de hecho en el gobierno sólo Andrés Zaldívar salió a denostar la metodología-, lo que salta a la luz es la facilidad que tiene la prensa chilena para levantar, moldear y derribar temas y figuras de la agenda. Tras la publicación, a las pocas horas el gobierno y más tarde la propia Michelle Bachelet reaccionaba al sondeo.
Sin desmerecer la metodología de estas encuestas de opinión, sí merece comentario el momento y la temática sobre la que se construye la agenda informativa. El sondeo de El Mercurio está íntimamente relacionado con el clima político previo, creado éste por los mismos medios y la derecha. Desde el estadillo estudiantil la prensa escrita ha venido instalando en la agenda, no la impresión ni la idea, sino la certeza, de una crisis de gabinete, la que el gobierno no ha hecho otra cosa que corroborar. La Moneda, podemos decir, ha elaborado su más reciente agenda según la pauta escrita por estos medios, la que ha sido la amplificación de los impulsos de la oposición. Si hace algunas semanas alguna figura de la derecha pidió la cabeza de un par de ministros, hoy la claman –según hemos leído en El Mercurio- seis de cada diez chilenos. No es la derecha, diría el diario, es el país que lo pide.
Como bien sabemos, una vez diseñada y publicada esta realidad, el resto es solo cosa de tiempo. Esperar por los comentarios, por las reacciones, matizar aspectos en los editoriales y tribunas de opinión, destacar otros, resumir en el titular del lunes 19 de junio el clima político con “Revuelo político por cifras que apoyan cambio de gabinete”. La información, a esas alturas con características de contundente realidad capaz de mover a toda La Moneda, es también una convicción en lectores, espectadores y, por cierto, en el rumor cotidiano: es necesario un cambio de gabinete.
Andrés Zaldívar, tal vez por ser una de las piezas de posible recambio, salió a descalificar la encuesta. Pero lo que olvidó el Ministro de Interior es que la política está sujeta a estos sondeos. La misma presidenta Bachelet saltó desde el Ministerio de Defensa a la pre candidatura presidencial impulsada por estas mismas encuestas, por lo que no es ni su metodología ni su excesiva difusión los puntos a rebatir, sino lo es, tal vez, nuestra política desarrollada a través de los medios.
La derecha y los poderes fácticos han dado una inicial demostración de fuerza al gobierno, la que durante los días siguientes tomó cuerpo con la campaña, también levantada por la derecha y abultada por El Mercurio, para bajar el impuesto a la gasolina. ¿Y qué decimos del tratamiento otorgado por este medio escrito a la reunión en La Paz entre parlamentarios chilenos y bolivianos? La información, levantada a manera de conspiración nacional, logró que el gobierno, bien disciplinado, se alineara a las pocas horas con las telarañas del pensamiento más nacionalista y conservador.
Son sólo un par de muestras de poder. Y no es poco para escasos cien días.