WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

jueves, agosto 30, 2007

El impredecible futuro de los mercados globalizados


El capitalismo globalizado especula con lo que tenga a mano. Desde hace más de una década venía especulando con el mercado inmobiliario, con la vivienda, que en algún momento de la historia fue considerada como un derecho, “el derecho a una vivienda digna”. En Estados Unidos, paradigma y piedra angular del sistema capitalista mundial, la economía venía apoyada desde hace años en un mar de especulación, en una burbuja mercantil que ha terminado por reventar. Lo sorprendente, si cabe algo de sorpresa en los mercados, no es el colapso, sino la obstinación en un proceso que todos, y no sólo los agoreros, le presagiaban un mal final. Las advertencias de la hinchazón descontrolada de la burbuja inmobiliaria, alimentada con lo que estuviera a mano, incluso con deudores de alto y altísimo riesgo para el negocio bancario, venían desde comienzos de la década, tras la crisis de las empresas tecnológicas, las punto com, otra burbuja, pero sin duda menos nociva que la presente.

Porque la crisis inmobiliaria tiene y tendrá consecuencias en la economía real. Esto es, efectos no sólo en las bolsas, por cierto han caído durante las últimas semanas, sino también en el mercado de divisas, los movimientos de capital y lo más real de todo, la producción y el trabajo.

Tal vez el más claro y sonoro de todos los anuncios de la catástrofe lo hizo hace unos meses Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, que advirtió de la incipiente recesión que corroe a la economía norteamericana. En la ocasión, el antiguo economista, aun cuando sus predicciones contenían cierta dosis de ambigüedad – “cuando uno se aleja tanto de una recesión, invariablemente crece el riesgo de una nueva, y en estos momentos comenzamos a ver estas señales- los mercados reaccionaron con terror e inscribieron el primer derrumbe bursátil del siglo XXI, con caídas que en China, la gran economía y promesa capitalista del momento, llegaron a perder en un solo día hasta un nueve por ciento de su valor.

La gran capacidad de recuperación y mutación que ha demostrado el capitalismo durante su historia volvió a quedar demostrada en esa ocasión. Pero fue una salvación de corto plazo basada en más especulación. Desde entonces hasta agosto hubo un nuevo proceso de escalada en los precios, que en el indicador estrella de las finanzas mundiales, el Dow Jones de Wall Street, los colocó en una meta histórica de casi 14 mil puntos en julio pasado. Desde marzo, cuando marcó el nivel más bajo, hasta julio, el índice subió casi un 17 por ciento. ¡Eso es recuperación! ¡y es también especulación!

Sólo la oscilación y el propio mercado levantaron los precios. No hubo un motivo de fondo, lo que llevó por entonces a la revista The Economist a comentar no sólo el trance, sino advertir sobre el oscuro porvenir. Para el semanario británico había evidentes peligros que los mercados habían comenzado a interiorizar. Las bolsas, dijo la revista, han visto jornadas más negras que las de aquel martes 27, “pero éste podría proyectar una sombra aun más permanente”. La sombra se proyectaba desde el monstruo que, pese a estar allí presente, nadie quería ver: la inminente recesión y el colapso de la burbuja inmobiliaria.

La actual situación de la economía norteamericana deriva de las políticas financieras de la época de Greenspan, que se caracterizaron por unas muy bajas tasas de interés, lo que llevó, a su vez, a un gran aumento de la masa monetaria en circulación orientada a la adquisición de créditos hipotecarios, pero también a un deterioro del valor del dólar y a un mayor déficit fiscal. Durante los últimos años hubo un endeudamiento masivo a través de estos créditos, que activaron al sector inmobiliario, lo que infló una burbuja inmobiliaria. Y obviamente, el aumento de la demanda de viviendas trajo también un aumento de los precios. Según datos oficiales, el valor de la vivienda en Estados Unidos pasó desde 11,4 billones de dólares el 2000 a 20,3 billones el 2006, lo que es prácticamente el doble. Si eso es la vivienda, la contraparte son las deudas hipotecarias: el 2000 alcanzaban a 4,8 billones de dólares; el 2006 sumaban 9,3 billones.
Hoy este factor, aparentemente menor para la actividad económica del mundo, está en el primer plano. Se trata de la burbuja inmobiliaria más grande de la historia económica, la que ha sido hinchada hasta la extenuación con el dinero barato del banco central. Pero ese dinero barato tuvo su tiempo. En la segunda parte de este boom los que llegaron atrasados ingresaron a comprar viviendas con más altas tasas de interés. Ese es un lado del relato. El otro es la gran masa de norteamericanos endeudados que viven en un período que se ha encaminado a una recesión. Tras el relativo auge del consumo, la Reserva Federal elevó las tasas de interés, también para corregir el déficit fiscal, a lo que ha seguido la incipiente pero casi segura recesión. A partir de ahora el panorama es oscuro: familias altamente endeudadas con ingresos decrecientes y mayores tasas de interés. El colapso está por venir para numerosos deudores habitacionales.
Al pinchazo le sucede un colapso de proporciones. Mucha gente que llegó tarde al boom ha comprado inmuebles a precios altos y ha quedado también atada a una hipoteca equivalente. En un escenario recesivo, los precios caerían aún más, no obstante las hipotecas se mantendrían, lo que llevaría a la ruina a numerosas familias y, de paso, traspasa el problema al sector financiero. A partir de allí, el derrumbe es general.
Las hipotecas subprimes
La crisis ha emergido desde abajo, desde las llamadas hipotecas subprimes, que son las de más alto riesgo, las entregadas por entidades financieras crediticias a personas sin seguridad en su capacidad de pago. Los primeros indicios de recesión, que son menor consumo, menores ventas y producción y menor creación de empleos, han afectado a este grupo de consumidores ya de por sí vulnerables. Según información de The Wall Street Journal, un 80 por ciento de la deuda de los consumidores norteamericanos corresponde a créditos hipotecarios, en tanto un doce por ciento está catalogado como subprime, volumen más que suficiente para afectar a la economía en su conjunto.
La cesación de pagos de muchas familias es ya una realidad. Estimaciones hablan de centenares de miles de viviendas -y también otras fuentes de uno o dos millones- de familias con hipotecas no pagadas que han comenzado a ser rematadas por las instituciones de crédito. Pero el remate no es el negocio: la falta de nuevos compradores ha llevado a una caída en los precios de las viviendas, lo que deriva en pérdidas y eventuales quiebras para las instituciones financieras que otorgaron los créditos. Durante los últimos meses son decenas de estas firmas las que han cerrado o suspendido sus préstamos. Un importante caso sucedió en abril, cuando la firma New Century se declaró en suspensión de pagos después que sus clientes dejaron de pagar sus cuotas. Y en agosto, el American Home Mortgage, décimo banco hipotecario en Estados Unidos, se declaró en suspensión de pagos. Analistas estiman en unas 70 las empresas que corren el riesgo de caer en esta situación. Estos fondos y otras instituciones financieras podrían perder hasta 100.000 millones de dólares por el incumplimiento de los pagos.
Parte de este proceso financiero ha sido la venta en los mercados secundarios de los contratos hipotecarios (la creatividad para hallar negocios hasta entre los más pobres no deja de sorprender). Cierta cantidad de estas hipotecas comenzó a traspasarse, con un tipo de interés atractivo, a ciertas firmas, las que las ofrecieron como una buena inversión a sus clientes. Un proceso de bursatilización o de titulación de esos activos. Un negocio que no sólo postergó el desenlace, sino que le agregó un nuevo factor de riesgo al extender el asunto a más actores y no sólo norteamericanos. El problema se globalizó a través de los mercados financieros mundiales.
Lo que se detonó hacia mediados de agosto es una crisis de liquidez, que también puede denominarse, con bastante más pesar y temor, una crisis de insolvencia. Los bancos generalmente se financian entre sí, sin embargo ante un escenario tan riesgoso y complejo, muchas entidades han optado por no otorgar más créditos ante la posibilidad que su próximo cliente no sea capaz de pagarle. Ante este cierre o presunta insolvencia los bancos centrales de las grandes economías del mundo salieron a inyectar ingentes cantidades de capitales. En pocos días, el Banco Central Europeo puso en el mercado y a muy bajos intereses más de 200 mil millones de euros –bastante más que todo el producto de Chile- en tanto en Estados Unidos la FED hacía lo suyo y en Asia lo hacía el banco central de Japón. Una operación que en pocos días movió unos 400 mil millones de dólares, o el PIB chileno de casi cuatro años. De tal gigantesca intervención cabe preguntarse si los bancos centrales en su actuar coordinado han sobre reaccionado o si se trata de la reacción ante una crisis de enormes proporciones. (Y nuevamente, y esto aún no ha sido materia de discusión porque ya nadie parece preguntárselo, los sectores públicos han salido en el rescate de los grandes consorcios privados).
La inyección de capitales, la mayor de la historia, que superó en mucho a los torrentes soltados tras el ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre, es una señal de la gravedad de las cosas. Aun así, durante aquella semana de agosto, y pese a las voluminosas cantidades de divisas, los mercados no reaccionaros. Sólo lo hicieron cuando en Estados Unidos la Reserva Federal volvió a rebajar la tasa de interés de los créditos que cobra a los bancos. Una reacción propia del momento, porque una nueva rebaja más general de las tasas de interés podría tener consecuencias graves sobre el valor del dólar lo que redundaría en una nueva profundización del déficit fiscal. Hay que recordar que el déficit norteamericano está sostenido por las inversiones que hacen muchos países. Una reducción en las tasas inhibiría estos depósitos y ahondaría el déficit con serias consecuencias en el valor del dólar.
Lo que ha sucedido con las bolsas mundiales, que han venido perdiendo lo acumulado en julio y comienzos de agosto, es más que nada una señal del temor y la confusión que reina en estos mercados. Los inversionistas corren en busca de negocios, los que un día parecen ser ciertos y al siguiente se revelan precarios. Una oscilación que ha hundido los precios de las acciones, los que, lamentablemente, están ligados con la economía real. Hay ya estimaciones en cuanto a la pérdida de las empresas latinoamericanas, y hay también cálculos de las mermas de los fondos de los trabajadores chilenos invertidos en acciones tanto en Chile como en el extranjero. Un estudio de Cenda estimó que al 25 de julio de este año, uno de los momentos más altos para los precios globalizados de las acciones, el valor de los fondos alcanzó los 104 mil millones de dólares, valor que disminuyó al 9 de agosto en 3.120 millones, suma, dice el informe, que representa más de diez meses de cotizaciones.
Lo que han hecho los bancos centrales es inyectar capital en un momento de confusión, de insolvencia por parte de consumidores y compañías financieras, lo que puede aumentar en el corto plazo los riesgos. Aun cuando los bancos centrales reduzcan, como lo han venido haciendo, el costo del dinero, es muy probable que no logren frenar el proceso recesivo, el que se extendería a la producción y al empleo. A partir de allí, las consecuencias serán, por lo menos desde este momento, impredecibles.

lunes, agosto 27, 2007

Pan duro


El precio del kilo de pan llegará a mil pesos durante septiembre y las tarifas eléctricas subirán hasta un veinte por ciento en lo que queda de año, entre otras alzas, como las papas, la leche y sus derivados, las lechugas y otras verduras. ¡la carestía de la vida!, expresión que sonaba por todas las ferias, mercados, tertulias y peluquerías hace unos cuantos años, vuelve a instalarse como comentario necesario de la ciudadanía.

El precio del pan es la medida básica de alimentación. Hace unos pocos meses los mexicanos armaron una revuelta por el alza en el precio de las tortillas. ¿Qué dirá la señora juanita? ¿Se alimentará de pasteles y pizzas? ¿O come suchi ahora la señora juanita?

El gobierno se enfurece con los panaderos, con los miles de panaderos que viven entre el tres y el cuatro porque, dice, acusa, han hecho un complot. Los precios del pan, que para los gobernantes son especulativos, son, dicen, el efecto de un cartel, de un acuerdo entre los productores. Han dicho que les aplicarán la ley y todos los organismos fiscalizadores, como la Fiscalía Nacional Económica o la misma dirinco (recuerdo otros tiempos), si fuese el caso. Los miles de panaderos sí pueden concertarse y subir arbitrariamente los precios, pero no lo hacen las tres o cuatro cadenas de farmacias, la veintena de bancos con las tasas de interés, las dos o tres cadenas de supermercados… ¡Qué transparencia, qué evidencia! ¡Que vergüenza¡

lunes, agosto 20, 2007

Codelco: Ganancias, ineficiencia y desigualdad

El conflicto entre Codelco y los trabajadores subcontratados transparentó no sólo la política de recursos humanos y las deterioradas relaciones laborales de esta empresa pública, sino que puso en el primer lugar de la discusión pública la desigualdad en la distribución de los ingresos que generan las estructuras productivas de las grandes corporaciones. Por un lado el país observa la acumulación de riqueza en las grandes compañías, sean éstas públicas o privadas; por otra parte, un proceso de externalización, de subcontratación de las labores productivas, el que conduce, además de la reducción de costos para la empresa, a una precarización del trabajo, tanto en su calidad, en sus prestaciones sociales como en sus niveles salariales.

La convocatoria a una movilización nacional para este 29 de agosto, la que surge de las condiciones laborales y sociales de los trabajadores chilenos, tiene una relación directa y es también una consecuencia de este tipo de gestión, que sólo apunta a la rentabilidad, a los mercados y a la disminución de costos. Que Codelco, la principal empresa pública y la mayor fuente de los recursos fiscales, sea el modelo de este tipo de gestión es, sin duda, además del daño económico y social que provoca en sus empleados, un sombrío referente ético a la comunidad. Si el gobierno apoya sus recursos en este tipo de gestión y ampara y defiende este tipo de relación laboral –así quedó más que demostrado en la actitud de los ejecutivos de Codelco y del mismo Ministro de Hacienda- qué se le puede pedir al sector privado. ¿Tiene el gobierno autoridad para comentar o fiscalizar las relaciones laborales de los otros?

Codelco, pese a ser estatal y también por el hecho mismo de serlo, ha derivado en estos días en el paradigma de la gestión orientada a la reducción de costos salariales. Así es como dos tercios de los trabajadores que ocupa la minera están bajo el régimen de subcontratación. Pero los resultados hechos públicos hace unas semanas enredan aún más esta particular condición. Durante el primer semestre del año, Codelco aumentó sus ganancias para colocarlas como una nueva marca histórica. Un generoso aporte al Fisco logrado a costa de los precarizados trabajadores. Porque Codelco, pese a exhibir un nivel de ganancias descomunales – 4.670 millones de dólares- demostró durante el mismo período ser una compañía ineficiente, con altos costos de producción y sólo favorecida por el alto precio del cobre. Con un costo de producción de 1,26 dólares por cada libra de cobre, la empresa sólo es rentable si el cobre supera este umbral. Hoy, con un precio superior a los tres dólares, sin duda lo es, pero las conmociones que sufre la economía mundial en estos días y las bien ciertas posibilidades de una recesión en Estados Unidos afectarán el precio del metal. Es simplemente un dulce y breve trance en nuestra historia económica.

Los costos de producción subieron un 16 por ciento durante el último semestre y seguirán subiendo, como lo ha afirmado el presidente ejecutivo de la corporación, José Pablo Arellano. Una declaración sin duda sorprendente, que necesariamente ha de apuntar a soluciones, como la explotación de nuevos yacimientos con minerales de más alta ley y más rentables, o, simplemente, lo que no ha dicho pero es presumible en un neoliberal como Arellano, su simple privatización.

La ineficiencia de Codelco, que, repetimos, apoya sus utilidades en la coyuntura internacional y en la reducción de los costos laborales, ha saltado a la luz pública al compararse con la gestión y resultados de las compañías privadas de cobre. Escondida, de la transnacional BHP Billiton, elevó su producción durante este primer semestre, en tanto Codelco la disminuyó, por lo que la transnacional está a punto superar a la compañía estatal como el principal productor de cobre del país. Y si la comparación se hace en la producción, también en las utilidades y en la productividad. Escondida, con menor producción, logró un alza en las ganancias de un 20 por ciento, en tanto el aumento en Codelco fue levemente superior al del semestre anterior. En productividad, según ha denunciado el diputado de RN René Aedo, la diferencia es abismal: un minero de Escondida logra producir unas 200 toneladas al mes, uno de Codelco no más de 40.

La derecha va nuevamente tras Codelco. Lo podemos ver en largos artículos en la prensa afín y en la instalación de comisiones en la Cámara de Diputados. Y está, cómo no verlo, en las intenciones de un eventual gobierno de la derecha a partir del 2009. La Concertación sólo ha administrado, y de espaldas a los trabajadores, lo que hay en Codelco. Sólo falta que baje otra vez el valor del cobre para que se remate a precio de oferta.

martes, agosto 14, 2007

Trabajo y alienación

Una encuesta de Chilescopio revela que los chilenos tienen poco tiempo libre, dato que simplemente corrobora nuestra realidad de mano de obra barata en el sur del mundo. De más interés es el uso del tiempo libre, aun cuando tampoco esconde una sorpresa: el 70 por ciento lo dedica a ver televisión, otros menos a escuchar música y algunos a hablar por teléfono. Más abajo, bastante más, aparece el cine, las actividades sociales y otras culturales, como visitar exposiciones. Ausente está la lectura o la reunión con los otros.

El sujeto como objeto de carga, como fuerza de trabajo. Aquí está la vida entregada a cambio de la subsistencia, o supervivencia. El descanso, la vida privada, que es la privación de lo público (Hanna Arendt) entregada como actividad igualmente alienante a la oferta más masiva del consumo: los medios de masas. Nuestro capitalismo globalizado alienado por todos lados rodea sus límites.

domingo, agosto 12, 2007

Pobre gente

Edmundo vuelve a enviarme un correo. Un párrafo, una aparente cita, que merece ser aquí citada:
"Y ahora dividen el ámbito de la acción pública entre tecnócratas y políticos, como si éstos siempre actuasen de forma impecable y los primeros, irremediablemente, fuesen lo peor de lo peor. Lo concreto es que tienen el seso dividido y dividen para reinar en la tontera propia y universal. 'Pobre gente', tituló FD su primera novela".

viernes, agosto 10, 2007

Aumento del salario mínimo: ¿Como maná del cielo?


¿Es posible subir el salario mínimo a 250 mil pesos, tal como dice la Iglesia católica chilena? Una propuesta para el mundo terrenal desde quienes administran el mundo celestial. Por tanto, como ha dicho la senadora Matthei, en una nueva expresión de su incontenible odio de clases, los curas no pueden, porque no tienen solvencia técnica, hacer propuestas en el mundo terrenal. Los curas están para preparar el camino a la trascendencia.

No es relevante que la propuesta venga o no venga desde la Iglesia. Sólo lo es en la medida que es –aún y pese a todo- una voz ética para una comunidad católica (así por lo menos se califica) como la chilena. Sólo a la Iglesia puede escuchar y acaso creerle sus discursos morales, aun cuando no me consta que la escuche en sus llamados a la abstinencia y al rechazo a los métodos anticonceptivos. Pero bien, en asuntos relacionados con el dolor de la pobreza y la desigualdad social, así como durante la dictadura lo fue el amparo a los perseguidos políticos, mantiene un status institucional. La misma Matthei a las pocas horas de tratar de ignorante en materias económicas al obispo Goic tuvo que controlar su ira y rectificar sus comentarios.

La senadora dijo que un aumento del salario mínimo en un cien por ciento, como propone el obispo, mandaría a la quiebra a la mayoría de las pymes. Una simple muestra de la realidad terrenal que la Iglesia parece desconocer. Y me atrevo a afirmar que sería así. Las pymes están ahogadas y arrinconadas por los oligopolios, que han venido recortándoles sus mercados. En el paraíso neoliberal, que es Chile, elevarle los costos a los pequeños talleres y comerciantes sería, sin duda, darles el golpe de gracia.

Lo que no ha dicho la senadora es que es el modelo de libre mercado desregulado, como lo califica el poeta Armando Uribe, es la causa del deterioro de las pymes y de la extrema desigualdad en los ingresos. Son las grandes cadenas, transnacionales y otros sectores con características monopólicas las que imponen en Chile el régimen de precios, salarios y costos.

No es que no se pueda elevar el salario mínimo. No se puede si se desea mantener el statu quo. Y mantenerlo, significa consolidar todas las contradicciones del modelo neoliberal. Mejorar el régimen de ingresos en Chile no será entregado a los trabajadores ni como maná que cae del cielo ni como una limosna empresarial. Sólo la organización social y nuevas conquistas sociales podrán alterar nuestro opaco panorama social basado en el mercado. Así ha sido la historia económica y social en Chile y en el mundo.

jueves, agosto 09, 2007

Cannabis, privacidad y colectividad


Edmundo me envía este correo. Lo leo y le respondo: ¡publícalo, haz una campaña! Por lo menos, digo, hay que socializarlo. No podemos seguir, no le digo pero lo pienso, encerrados en nuestra privacidad, que es privación de la vida pública plena. Tenemos que socializar nuestra privacidad, de lo contrario, como aquí mismo (extremos superior derecho) dice Zizek, esta privacidad estará, y de hecho así es, modelada y controlada por quienes sí ejercen lo público: los administradores políticos y el mercado.

Este es el mensaje de Edmundo


“No sé si será coincidencia, pero vean: me hice marihuanero moderado a los 27 años (ahora voy en los 41), y con moderado quiero decir que no paso volado todo el día, sino sólo desde las 19 ó 20 horas en adelante. Antes de eso, cada jornada intento trabajar como persona normal (lo que por lo demás pretendo ser); encima, estimo que manejar un vehículo motorizado bajo los efectos del THC es poner en riesgo la integridad física y/o psicológica de mis conciudadanos. Así, tras estos 14 años de estudio clínico conmigo mismo, opino que una rutina como la descrita alivia mi angustia vital y reemplaza los antidepresivos. Para colmo, antes de escribir este parrafito (y que fue también la causa de que lo escribiera), activé la función aleatoria de un programa computacional que echa correr la música que tengo almacenada en el disco duro de mi computador. Y por coincidencia, lo primero que se escuchó sonar fue un tema de Bob Marley… Esto era lo que quería que vieran, porque con ello creo probar una hipótesis de salud pública por medio de la melomanía. El resto lo debe hacer el poder político despenalizando el cultivo de la especie Cannabis Sativa. Cada día que esto último se pospone, el costo de conseguir marihuana y/o solventar los honorarios del psiquiatra que receta el antipresivo, me angustian. Y no creo democrático que ciudadanos conscientes de sus deberes tengan que sufrir, por el ordenamiento estatal (Ley 20.000), desagradables niveles de angustia”.


jueves, agosto 02, 2007

La paradojal mirada a la televisión pública

La renovación de parte del directorio de Televisión Nacional de Chile (TVN) ha levantado no sólo una agria discusión entre el gobierno y la oposición, sino que ha trasparentado la visión que tiene la clase política chilena acerca del papel de la televisión pública. Una mirada que, al tenor del debate, parece considerar a la televisión una trinchera de bandos políticos. Para ambas coaliciones, la Concertación gobernante y la Alianza de derecha, la función de esta emisora apuntaría a crear una imagen del país que equilibre las posiciones partidistas. El denominado “canal de todos los chilenos” más parece ser el canal de todos los partidos.
En medio de la discusión por el espacio partidario al interior de la emisora, ha surgido, como débiles voces en medio del estridente ruido político, la necesidad de debatir la calidad de los contenidos del canal público. El senador oficialista Juan Antonio Gómez, que ha de refrendar o impugnar las propuestas de La Moneda al directorio de TVN, ha dicho que el tema de fondo no es quién sea director, sino qué significa serlo y qué funciones cumple. Una pregunta aún sin respuesta que ha de planteársela también una buena parte de la audiencia nacional.
Es un hecho que todo el sector político le otorga una enorme importancia a la televisión como agente informativo, en especial por las próximas elecciones: unas municipales el 2008 y las presidenciales el 2009. Una preocupación orientada a contener las fuerzas del bando contrario, la que olvidaría el sentido primordial y último de esta televisión pública, que es, según sus estatutos, garantizar la pluralidad, la expresión de todas las diversidades, sean éstas culturales o étnicas.
Cuando hace poco más de año atrás asumió el actual presidente del directorio de TVN, Francisco Vidal, ex ministro del Interior durante el gobierno de Ricardo Lagos, éste también se quejaba de los contenidos de los informativos, que evitando la política partidista y los problemas relacionados, abusaban hasta la extenuación de la crónica roja. El mismo Vidal decía que no era posible que la televisión pública dedicara por 40 o 50 minutos a tratar hechos policiales. El pluralismo –decía- no se agota sólo en lo político; también existe en lo social, cultural, ideológico, territorial”. Un año más tarde, durante la segunda semana de julio, Vidal mantenía sus críticas: lo más distorsionado que hay en Chile es la oferta informativa, porque no satisface las demandas ciudadanas ni representa a la sociedad.

Vidal se refería a la fuerte concentración del poder mediático en Chile, concentración de la propiedad y también de la información, la que circula por pocos y poderosos medios privados de tendencia muy conservadora. En la prensa escrita aproximadamente el 95 por ciento de las ventas está en manos de los periódicos de dos consorcios, El Mercurio y La Tercera. En la televisión, aproximadamente un 75 por ciento de la audiencia promedio corresponde a emisoras privadas, algunas, como Megavisión y Chilevisión, pertenecientes a empresarios con una clara marca política hacia la derecha. Tanto así, que Sebastián Piñera, dueño de Chilevisión, fue candidato a la presidencia de la República el 2006 y está ya en vías de relanzar su candidatura para el 2009. La comparación con un Berlusconi se hace inevitable.

Ante este escenario, Vidal ha dicho que un canal como TVN, abierto a todas las tendencias, es absolutamente necesario. Pese a las evidentes necesidades, y pese a tener la primera audiencia nacional, TVN no ha ejercido con la profundidad requerida ese pluralismo, lo que está constatado por el mismo Vidal y por todos los investigadores y observadores de medios.
Estudios sobre los informativos nacionales señalan que gran parte de las noticias emitidas corresponden a casos policiales, que en el canal privado Chilevisión, del ciudadano Piñera, alcanza a la mitad del tiempo de emisión.Un sondeo realizado por el diario público La Nación constató que el 51 por ciento de las informaciones del noticiario central de ese canal responden a algún tipo de violencia. Pero los otros no se quedan atrás: el también privado Megavisión dedica un 44,8 por ciento de sus espacios informativos a delincuencia; Canal 13, ligado a la Iglesia Católica, un 37,6 por ciento y TVN un 22,4.
Este análisis trasciende a los partidos y a los mismos ejecutivos de TVN. De forma más o menos periódica son oídos los reclamos de diversas agrupaciones y organizaciones, tanto académicas y sociales, que demandan un giro en la información televisiva, por lo menos en el canal público. Pero tal vez el dato más sorprendente lo constituyen las encuestas que realiza el Consejo Nacional de Televisión (CNTV). El último sondeo ha revelado que el 90 por ciento de las dueñas de casa, que es el segmento más expuesto a la televisión, exigen mayor regulación en este medio, lo que también más calidad.

La dueña de casa, que es el público del matinal y las telenovelas, reclama por la mala calidad general de la programación, por la escasez de programación cultural y por el lenguaje, que halla “grosero”. Abierta preocupación cuando la televisión pasa a ser un espejo social a imitar para sus hijos.

Aparentemente pocos están conformes con los contenidos de la televisión chilena, pero la exposición a este medio, de forma paradojal, aumenta. Podemos entender que es un consumidor poco exigente, con pocas alternativas de diversión, que, pese a su molestia, recibe lo que hay.


Ante estas cifras, publicadas por el CNTV, la televisión se instala como la principal fuente informativa. Aproximadamente un 80 por ciento de las personas afirma que su principal fuente informativa es la televisión, en tanto apenas tres de cada diez hombres lee habitualmente un periódico. A diferencia de la TV, cuyo consumo se ha mantenido más o menos estable durante los últimos tres años, el uso de la radio como medio informativo o de entretención, así como los niveles de lectura de diarios, han decaído.



Las personas han señalado que desean una mayor programación cultural, contenido que es escaso en la televisión y que asocian con buena calidad. Sin embargo, al observar la respuesta que tiene este tipo de programación salta a la vista una tremenda paradoja: prácticamente nadie ve estos espacios. Una encuesta del CNTV del año pasado concluyó que el programa cultural que más rating generó logró doce puntos. Por lo general, este tipo de oferta no logra apuntarse más de siete puntos de rating, y en no pocas ocasiones no llega ni a los tres. Comparativamente, una buena audiencia, como la de una telenovela exitosa o un programa de espectáculos, supera los 20 puntos y puede llegar a elevarse sobre los 30 o más.

Para los chilenos, pero tal vez para los espectadores de otras latitudes, ver la televisión es simple entretención. Es cualquier cosa menos cultura.