WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

miércoles, julio 12, 2006

La construcción de las nuevas voces

La información, que ha pasado a ser un producto, sufre el mismo proceso que cualquier otro bien o servicio bajo el proceso de liberalización de los mercados. En distintos puntos del planeta, y con especial fuerza en América Latina, los medios, ya bien lo sabemos, han concentrado la propiedad con efectos en una homogeneización de los contenidos de la información. Una realidad tan bestial como la extracción sin límite de los recursos naturales, la eliminación de las pymes y cientos de millares de puestos de trabajos o la erradicación de formas de vida tradicionales. La liberalización total de los mercados, que es la mercantilización de todas las áreas de la vida humana, comercializa la información, no sólo empujando fuera de la competencia a los económicamente más débiles, sino modelando bajo sus propios criterios e intereses la realidad social.

El libre mercado globalizado, que es la fase más alta del capitalismo que conocemos, junto a los conocidos efectos sobre nuestra capacidad de producción, los servicios y el consumo, suma otro: la información, bajo a apariencia de la diversidad del mercado, conlleva una coacción a la libertad de expresión. La mercantilización de las comunicaciones ha instalado las más fieras pesadillas orwellianas bajo el modelo de libre mercado. Las aparentes múltiples voces pertenecen a un solo patrón. Son, finalmente, una misma voz, la del Big Brother.

En las primeras semanas de mayo en Viena, Austria, durante la cumbre de los pueblos (paralela a la IV Cumbre entre la Unión Europea y América Latina), denominada Enlazando Alternativas 2, hubo un panel para debatir, reflexionar, y buscar nuevas rutas a la circulación de la información. Tras la exposición de diversas experiencias europeas y latinoamericanas –audiovisuales y escritas-, todos trabajando a contracorriente de los grandes flujos mercantilizados de información, la percepción final hizo relación con una acción similar a la de los movimientos sociales que cruzan estos continentes. Un trabajo de múltiples redes, por las cuales circula otro tipo de información, la que emerge desde otras fuentes y otros observadores.

Junto a la reflexión y la exposición de casos, hubo también un activo y coordinado trabajo informativo de medios independientes, el que estuvo liderado por un pool de radios libres o comunitarias -la mayoría de ellas a través de internet- y por medios escritos, tanto digitales como impresos. Se trata de una información que surge desde el movimiento social y se expande a través de las redes. Una información, silenciosa en su circuito, pero que apunta con precisión a su objetivo. Las manifestaciones de jóvenes trabajadores en Francia son un claro ejemplo de cómo centenares de millares de personas no sólo están bien informadas acerca de sus verdaderos intereses, sino cómo pueden estar también coordinadas.

Los medios independientes, que surgieron en la historia más reciente hacia finales de los años setenta principalmente como radios libres en Europa, han derivado con las décadas en medios digitales, los que son tramas por las cuales transita un tipo de información alternativa a la del poder. Una información de distinta naturaleza y fuente, que surge y también se dirige al movimiento social. Son medios cuya razón de ser es el cambio social.

Los cambios, en este caso las innovaciones políticas y culturales, vienen desde la base. No están impulsadas por los partidos políticos, menos desde los gobiernos. Provienen desde una compleja red horizontal de información multidireccional capaz de penetrar y socavar la información controlada y dirigida por los grandes consorcios mediáticos instalados en los diversos países, los que funcionan como centinelas ideológicos del modelo neoliberal.

El auge de los medios independientes cumple hoy también una demanda por una información diferente, la que por su propia naturaleza no pueden satisfacer los medios tradicionales ligados al poder económico. Una necesidad que, incluso, observa el mismo mercado: los medios independientes, vistos como la red de los excluidos del modelo, son también una evidente necesidad sostenible económicamente. Mejor ejemplo de este nuevo fenómeno es el fondo Voncert, que ha comenzado a transarse en la bolsa de valores de Zurich. Se trata de un fondo de inversión de capital de riesgo orientado a apoyar la prensa libre en el mundo.

El modo de operación es similar a cualquier fondo de inversión de riesgo. Los accionistas compran acciones y capitalizan el fondo, el que busca alternativas de inversión que sean rentables. Algunos fracasan, pero el éxito de otros compensa finalmente a los accionistas. Y si hoy se transa en la bolsa, podemos decir que es porque hay demanda de este tipo de información. En este caso, sin embargo, hay también un componente ético, que relaciona al fondo a un sistema de cooperación hacia el Tercer Mundo.

Para promocionar el fondo, sus promotores no ocultan el sentido social de la iniciativa. ”Las necesidades son inmensas. Más de 80 por ciento de las población mundial vive en países donde no hay libertad de prensa. En otras palabras, más de 5.000 millones de personas no pueden confiar en lo que leen en el periódico, oyen en la radio o ven en la televisión, y no saben realmente lo que ocurre en su propio país. El acceso a información objetiva y actual es esencial si los habitantes de un país tienen la posibilidad de tomar sus propias decisiones en asuntos políticos, económicos y sociales, y de dar forma al futuro de su país”.. Amartya Sen, quien recibió el premio Nóbel de Economía en 1998 por su trabajo sobre desarrollo económico, ha resumido esta iniciativa diciendo que ”nunca hubo hambruna en un país democráticamente gobernado con una prensa relativamente libre. No puedo pensar en una sola excepción”.

martes, julio 04, 2006

La agenda de los cien días de El Mercurio

El actual gobierno tiene, en sus primeros cien días, a lo menos dos pesados e inéditos registros para nuestra posmoderna democracia. A poco más de 60 días enfrentó la mayor movilización social anotada para un gobierno de la Concertación, y, al cumplirse el plazo de los cien días –período, número o meta impuesta por el propio gobierno- encara su primera crisis de gabinete. Un récord absoluto, si tomamos como referencia los anteriores tres gobiernos del mismo signo.

Descontando las movilizaciones de los estudiantes, el gobierno de Michelle Bachelet, al ingresar en este segundo período, que sin hitos intermedios visibles o aparentes se extiende hasta el final de la década, ya tiene su primera crisis de gabinete, incidente no menor si consideramos que una crisis de gabinete es de por sí un suceso mayor en cualquier gobierno, el que vive el agravante de ser un trance inicial, de nacimiento. Un gobierno que a los pocos meses encara un problema de esta magnitud es un gobierno que nace con un problema estructural, que vive un trauma en una primera infancia, el que probablemente lo marcará por el resto de su mandato. Ya hay, por cierto, algunas señales en esa dirección, como lo es el aparente desorden discursivo y una percepción de improvisación.

A diferencia de las movilizaciones estudiantiles, la actual crisis política no ha surgido desde el ámbito de la sociedad civil, ni tampoco desde la oposición política. Surge desde los llamados poderes fácticos canalizados a través de sus poderosos y concentrados medios de comunicación escritos, los que han desarrollado una estrategia comunicacional para colocar al gobierno en este segundo y complejo trance. El domingo 18 de junio, la víspera del cumplimiento de los cien días, El Mercurio y La Tercera publicaron en sus portadas sus propias encuestas, las que, cómo no, expresaban el malestar ciudadano hacia el desempeño del gobierno. La más contundente, difundida por El Mercurio, acusaba que más del 60 por ciento de los encuestados estaba a favor de un cambio de gabinete. Más allá de la validez de estos sondeos –de hecho en el gobierno sólo Andrés Zaldívar salió a denostar la metodología-, lo que salta a la luz es la facilidad que tiene la prensa chilena para levantar, moldear y derribar temas y figuras de la agenda. Tras la publicación, a las pocas horas el gobierno y más tarde la propia Michelle Bachelet reaccionaba al sondeo.

Sin desmerecer la metodología de estas encuestas de opinión, sí merece comentario el momento y la temática sobre la que se construye la agenda informativa. El sondeo de El Mercurio está íntimamente relacionado con el clima político previo, creado éste por los mismos medios y la derecha. Desde el estadillo estudiantil la prensa escrita ha venido instalando en la agenda, no la impresión ni la idea, sino la certeza, de una crisis de gabinete, la que el gobierno no ha hecho otra cosa que corroborar. La Moneda, podemos decir, ha elaborado su más reciente agenda según la pauta escrita por estos medios, la que ha sido la amplificación de los impulsos de la oposición. Si hace algunas semanas alguna figura de la derecha pidió la cabeza de un par de ministros, hoy la claman –según hemos leído en El Mercurio- seis de cada diez chilenos. No es la derecha, diría el diario, es el país que lo pide.

Como bien sabemos, una vez diseñada y publicada esta realidad, el resto es solo cosa de tiempo. Esperar por los comentarios, por las reacciones, matizar aspectos en los editoriales y tribunas de opinión, destacar otros, resumir en el titular del lunes 19 de junio el clima político con “Revuelo político por cifras que apoyan cambio de gabinete”. La información, a esas alturas con características de contundente realidad capaz de mover a toda La Moneda, es también una convicción en lectores, espectadores y, por cierto, en el rumor cotidiano: es necesario un cambio de gabinete.

Andrés Zaldívar, tal vez por ser una de las piezas de posible recambio, salió a descalificar la encuesta. Pero lo que olvidó el Ministro de Interior es que la política está sujeta a estos sondeos. La misma presidenta Bachelet saltó desde el Ministerio de Defensa a la pre candidatura presidencial impulsada por estas mismas encuestas, por lo que no es ni su metodología ni su excesiva difusión los puntos a rebatir, sino lo es, tal vez, nuestra política desarrollada a través de los medios.

La derecha y los poderes fácticos han dado una inicial demostración de fuerza al gobierno, la que durante los días siguientes tomó cuerpo con la campaña, también levantada por la derecha y abultada por El Mercurio, para bajar el impuesto a la gasolina. ¿Y qué decimos del tratamiento otorgado por este medio escrito a la reunión en La Paz entre parlamentarios chilenos y bolivianos? La información, levantada a manera de conspiración nacional, logró que el gobierno, bien disciplinado, se alineara a las pocas horas con las telarañas del pensamiento más nacionalista y conservador.

Son sólo un par de muestras de poder. Y no es poco para escasos cien días.