WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

martes, diciembre 13, 2005

TVN ¿Televisión de qué chilenos?


Los medios son ideológicos, qué duda cabe, aun cuando esta afirmación surge desde la casuística, no de la norma ni de la teoría. Los medios, los grandes medios de información general, aquellos que se llaman o se autodefinen pluralistas, no deben serlo: han de estar abiertos a todas las corrientes de pensamiento, a todas las corrientes culturales, abiertos, incluso, a todas las minorías.

Estas afirmaciones, al observar nuestro escenario medial, sólo puede estimular una triste sonrisa al pensar en diarios como El Mercurio y sus diversos productos especializados como Las Ultimas Noticias, al observar La Tercera y La Cuarta, al mirar canales como Megavisión. En todos estos casos, bien sabemos, hay una mano interesada, con nombre y apellido, que marca la pauta y determina las parrillas, los panelistas o las portadas.

Todo esto puede ser lamentable, o apenas soportable: los grandes poderes económicos, todos ellos inmersos en evidentes corrientes culturales e ideológicas que no hace falta recordar, tienen sus propios medios para influir, atemorizar, poner temas propios en la agenda pública, presionar por doquier hasta doblegar a un gobierno díscolo. Todo ello lo conocemos muy bien y lo padecemos no tan bien. A modo de compartido lamento, decimos que esto es lo que hay.

Otra cosa es cuando miramos la televisión pública, la que ha de expresar, esta vez necesariamente, todas las corrientes culturales que conforman una nación. Es ésta su razón de ser. No lo es, en ningún caso, la rentabilidad, aunque tal vez con matices podríamos conceder su equilibrio financiero, pero éste como objetivo de segundo orden. Para obtener recursos, el estado tiene otras vías más directas -de menor significación e influencia cognitiva, que generan menos daño en la población-, como explotar, por ejemplo, recursos naturales como el cobre. Un medio de comunicación público cumple –o ha de cumplir- con otras finalidades.

TVN no lo hace. Se comporta como cualquier empresa con fines de lucro que opera libre y sin ninguna restricción. Es como aquellas industrias, que para obtener ganancias, recortan costos laborales y contaminan a diestra y siniestra. Tal vez TVN no vulnere la normativa laboral, aunque no nos consta, pero sí contamina mentes como la peor industria pesada. Es, diríamos, como una Celco de las conciencias.

El sesgo cultural e ideológico en TVN es tan evidente como en los peores diarios o canales privados. La televisión pública está guiada por las corrientes ideológicas dominantes, controladoras, lo que es una evidente distorsión al sentido de un ente público, que debiera interpretar a todos los grupos y minorías. TVN se mueve por el promedio, lo que es, finalmente, una interpretación grosera y muy interesada de lo que se entiende como cultura chilena. Peor aún: esta televisión genera contenidos para reforzar y cristalizar una ideología dominante, que es un pensamiento sectario y discriminador. TVN lo que hace es mantener el statu quo político, económico y cultural, lo que significa apuntalar un sistema político no representativo de las mayorías, un modelo económico perverso que favorece la concentración de la riqueza y una estructura cultural que moldea y justifica tales injusticias y diferencias. Y todo ello, dicen sus ejecutivos, se hace por el rating, por la rentabilidad.

Los ejemplos, abundan diariamente en los informativos, en los programas de farándula, en los matinales, en las teleseries. TVN ha marginado, además, a las voces no sólo críticas, sino a las reflexivas, como el reciente fin de contrato al periodista Patricio Bañados. Y si corta por este lado, fomenta, cómo no, los discursos afines a la comodidad ante la ideología dominante.

Un ejemplo patético e indignante fue la participación del periodista Mauricio Bustamante en el último debate presidencial. Este conductor de varios informativos, que era y es el representante de la televisión pública, del sentido de nación, expresó un funesto discurso racista y chauvinista no sólo ante los cuatro candidatos, sino ante todo el país, evento vergonzoso que, hasta el momento y de forma muy extraña, ha pasado casi inadvertido en la gran prensa, la que, dicho sea de paso, ha de compartir tales principios.

No sabemos si el espectáculo de Bustamante ha sido personal o programado por TVN. En ambos casos ha transparentado lo que este canal, en su afán por el rating, hace diariamente: reproducir y amplificar las pasiones más mezquinas de una parte de la cultura nacional. Así es como se reproduce la miseria.

viernes, diciembre 09, 2005

El incierto destino y sentido de los Blogs


El siguiente texto ha parecido recientemente en el Wall Street Journal, y es una visión bastante poco optimista sobre el destino de los BLOGS.

"Las revoluciones usualmente no resultan como estaban planeadas. Y eso es precisamente lo que está ocurriendo en el mundo tecnológico con los blogs. Son tan importantes como sus fanáticos dijeron que lo serían. Pero en una forma totalmente distinta.

En la teoría estándar sobre los blogs de tecnología, los medios de comunicación predominantes estaban fuera de foco, eran elitistas o simplemente se quedaron anquilosados. En consecuencia, pronto serían suplantados por un ejército de bloggers trabajando intensamente desde sus portátiles para combabitir al poder con la verdad.

La realidad es que aun cuando ahora hay tantos blogs como estrellas en el cielo, sólo una mínima fracción de estos vale la pena. Y no son parte de una revolución de información proletaria sino que se han convertido en la nueva élite del mundo tecnológico. Reporteros de los principales periódicos y revistas, acostumbrados por mucho tiempo a un trato especial en los eventos corporativos, ahora llegan y se dan cuenta que los mejores asientos están reservados para los bloggers VIP. Al vivir en primera fila, no es raro que sean cortejados y adulados, incluso por reporteros de medios tradicionales, incluyendo al columnista de tecnología ocasional, que los presionan para que incluyan enlaces a sus artículos impresos.

La forma más fácil de estar al tanto de este mundo es a través de un servicio de rastreo de blogs llamado tech.memeorandum. El sitio funciona con un software escrito por Gabe Rivera, un ex programador de Intel. El software escudriña cientos de blogs sobre tecnología para encontrar los temas más interesantes del momento y quién está diciendo qué sobre éstos. Los resultados son presentados de forma concisa en un mismo lugar y actualizados cada ciertos minutos. Otro sitio, blogniscient.com ofrece un servicio similar.

Rivera estima que unas 12.000 personas leen su blog cada día, un número suficientemente grande para incluir a todo un universo de autoridades, líderes, pioneros y aspirantes relevantes.

A diferencia de otros blogs, como los de política, por ejemplo, los de tecnología no necesitan a los medios de comunicación para nutrirse sino que se han convertido en un mundo aparte.

Un ejemplo es TechCrunch, un blog con crónicas sobre nuevas empresas de Internet conocidas como compañías Web 2.0. El blogger detrás de todo es Michael Arrington, alguien lo suficientemente influyente como para que los empresarios en busca de una reseña hagan peregrinaciones a su casa para hacer demostraciones de sus productos. La esperanza de estos empresarios es que entre sus 12.000 lectores haya un inversionista de riesgo o (mejor aún) alguien con una chequera en Google o Yahoo. (Compañías pueden nacer, contratar ejecutivos, develar tecnología y ser adquiridas sin salir jamás de esta comunidad cerrada).

Hay varias subespecies dentro de estos blogs. Algunos proveen comentario radical sobre eventos en proceso mientras que otros se limitan a seguir un pequeño campo dentro de la tecnología y reportan sobre éste.

La diferencia entre la élite de los viejos medios y la nueva élite de los blogs es que la última se redefine con mucha más frecuencia. Todo lo que necesita hacer es atraer enlaces de otros bloggers.

Si es lo suficiente listo, puede hacer una carrera quejándose de que nunca ha sido mencionado en la agrupación de blogs.

Consiga suficiente gente que lo lea y pronto estará en la primera página de tech.memeorandum. Así es como funciona la democracia a través del software. No es siempre agradable, pero ¿hay algún sistema mejor?"

Lee Gomes

The Wall Street Journal

jueves, diciembre 08, 2005

Simples y asquerosos comentarios


Tres breves comentarios. Uno acerca del carácter en extremo clasista de nuestra prensa; el segundo sobre la obscena transparencia de un diario y el tercero sobre la evidente corrupción de otro. Hablamos, cómo no, de El Mercurio, La Tercera y el medio económico Estrategia.

El Mercurio el domingo pasado publicó un ranking de las cien mujeres más influyentes de Chile. ¿Quién aparecía? Adivinan: mujeres de clase alta, con esos apellidos que se sumergen en la historia, de empresas, de partidos de derecha, algunas pocas de la Concertación y de organismos públicos inocuos. Todas, por cierto, rubias o esforzadas rubias. Es éste el Chile femenino de esta prensa, que solo ve a Chile en su misma clase. Todo el resto del país, es decir el 90 por ciento, no cuenta, no existe. Así es la burguesía: solo es capaz de verse a sí misma. Más allá están los otros, como extranjeros, alienígenas, o, en su jerga, rotos.

La Tercera es el segundo caso. Este medio ha perdido el sentido de la prensa de información general e informa lo que le place. Ha levantado el juicio de Luksic en Perú de forma tan sesgada que la única explicación son las deudas que este diario ha de tener con el Banco de Chile.

El tercer caso es de abierta corrupción. El director y dueño de Estrategia fue multado por la Superintendencia de Valores por especular e inflar a través de Estrategia las acciones de Schwager al detectar que este señor tenía títulos de esta empresa. Víctor Manuel Ojeda, que es su nombre, ganó unos 200 millones de pesos en un par de meses al publicar maravillas de Schwager, bonanza que solo habría llegado a sus bolsillos. Hace unos años este medio hizo una campaña sistemática para bajar el precio del dólar: todo el sector financiero sabía que estaba endeudado hasta el cuello en esta divisa.

lunes, diciembre 05, 2005

Las elecciones y su manipulación mediática


Partamos de una base evidente: la comunicación política se difunde a través de los medios, y entre los medios destaca la televisión. Podría afirmarse que hay otros canales de difusión política en tiempos de elecciones, como la radio, la prensa escrita, los pendones, panfletos o trípticos, o la comunicación cara a cara, que es, casi sin duda, la más efectiva pero también la más costosa. Pese a todos los esfuerzos, a los miles de besos y manos estrechadas, es imposible que un candidato, por enérgico o enérgica que sea, consiga interactuar con todos sus potenciales electores.

Por eso y por muchos otros motivos la TV. Por la relación afectiva que se establece con la famosa –o infame- caja, por la cantidad de horas ante el artefacto, por su poder simbólico y acumulación cognitiva.

Los expertos en teoría de la comunicación política han venido afirmando desde mediados del siglo pasado que los medios electrónicos, como antes la radio y después la televisión, no logran alterar sensiblemente los resultados de las elecciones. No pocos estudios, la mayoría de ellos en Estados Unidos, concluían que pese a todos los esfuerzos, las campañas electorales sólo podían reforzar y cristalizar preferencias previamente instaladas. Los liberales votaban como siempre lo habían hecho y los conservadores lo mismo. Queda sí, un teatro de operaciones: los indecisos, que pueden ser también aquellas personas menos informadas, aquellas más flexibles o incluso más reflexivas o aquellas que sienten empatía por algún tema o aspecto- más o menos transversal en el sentido partidario o ideológico- de un determinado candidato: trabajo, estabilidad, mayor protección social son materias que a todos o a casi todos nos interesan las que, claro está, son también arrebatadas por todos los candidatos. Y en estos temas están centradas las campañas.

Cuando vemos en los spots de la franja las abiertas referencias a las distintas minorías, lo que hay no es necesariamente un programa más o menos articulado dirigido a estos sectores, pero sí la oportunidad de crear un vínculo –rentable electoralmente- con estos grupos sin una relación afectiva con algún partido. Es así cuando vemos a Lavín repetir y volver a repetir que tendrá mano dura contra los delincuentes tras una secuencia de imágenes de poblaciones y testimonios de proletarios (aun cuando el Udi todavía no se ha atrevido a utilizar este léxico), o también cuando este mismo candidato de derecha alega contra la desigualdad y la falta de trabajo. Temas que trascienden, en la retórica electoral, a los partidos y que puede hacer comprar la oferta a cualquier distraído.

Pese a los variados estudios que marcan ciertamente tendencias más o menos marcadas en el comportamiento social, existe también el área compleja y menos predecible de los indecisos y pasivos. De no ser así, estarían demás los gastos en campaña y todo estaría resuelto en el ámbito exclusivo de la verdadera política, ámbito que, bien sabemos, está cada día más reducido al espectáculo canalizado a través de los medios. En cierto modo, no hay más campaña ahora que durante otros periodos.

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Durante un proceso eleccionario lo que tenemos es una precipitación de todos estos factores. Está claro que la campaña refuerza y cristaliza las preferencias, lo que está estimulada, más que nada, por la campaña entendida en su sentido más formal: franja televisiva, carteles, pendones, avisos radiales, todos elementos para reforzar opiniones ya instaladas. Es por eso que es posible afirmar que siempre hay campaña electoral.

Tal vez el fenómeno de mayor interés en la campaña es el cruce de lo propiamente electoral institucional con las fórmulas más clásicas de hacer política, en la que entran las distintas instituciones políticas, los medios de comunicación y la opinión pública en general. El día previo al segundo debate por televisión la encuesta CEP sorprendió con una pronunciada baja de Michelle Bachelet, lo que le dio portada a Las Ultimas Noticias. El diario de farándula publicó una acongojada foto de Bachelet cruzada por una breve sentencia: “Todo mal”.

Casi está demás decir que aquí hay una clara expresión de la política espectáculo. Más interés es la interpretación más o menos obvia de aquel titular, que genera una evidente opinión y una fuerte influencia en los indecisos y en la estudiada tendencia de éstos a subirse al carro del ganador. Este titular (¿por qué LUN tituló aquel día con política si este no es su rubro?) tiene la intención de destacar la caída de Bachelet y de influir en el voto útil de los indecisos.

La verdadera campaña no está en los carteles ni tampoco en el debate de televisión. Más relevante es la opinión que generan estos eventos, como hemos visto con los resultados de las encuestas en aquel titular de LUN o en la evaluación que los medios y líderes de opinión hacen del desempeño de los candidatos. La verdadera campaña estará en cómo cada candidato canalizará su discurso a través de los medios. Cómo su discurso será mediatizado.

La mediatización de la política, que es lo mismo que su conversión en espectáculo con sus respectivos actores, lo que pone a los electores como espectadores pasivos, viene a ser uno de los principales motivos que genera una mayor inestabilidad en la intención de voto. En nuestro caso, cuando la prensa comienza a tratar a un postulante como perdedor o a destacar un defecto, una maña, un lapsus linguae freudiano, este detalle amplificado puede convertirse en un obstáculo difícil de superar. Cuando la prensa comenzó a decir que Bachelet era sólo espontánea y simpática pero carecía de ideas propias tal vez comenzó su descenso en los sondeos.

En estas condiciones electorales, la propiedad y concentración de los medios de comunicación no son datos menores. Cuando periódicos de insoportable liviandad existencial como Las Ultimas Noticias (de propiedad, como todos sabemos, de Agustín Edwards) ingresan en el terreno electoral, es porque aguas muy turbias han ingresado al cauce político.