WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

jueves, marzo 23, 2006

El mundo según Cantinflas: La UDI contra el capital internacional


A río revuelto… reza el refrán. El anuncio de la concesionada Costanera Norte ha provocado un voltereta discursiva, y lo que está a la derecha parece de izquierda en tiempos que la izquierda, o lo que dice serlo, habla como la derecha. El mundo según Cantinflas, podríamos decir cuando escuchamos a senadores de derecha como Pablo Longueira salir en defensa de las clases medias atropelladas por el aumento de tarifas de circulación decretadas por una transnacional.

Un encendido discurso que no sabemos dónde ubicarlo, pero que arrincona a una silenciosa Concertación, la que, un poco mareada, tampoco sabe de su ubicación. Las leyes de mercado, ritualizadas y elogiadas durante los tres anteriores gobiernos, dan ahora una nueva vuelca de tuerca y resuelven el atochamiento con el mismo precepto: a mayor demanda, mayor precio. La regla básica de oro parece infalible e intacta.


La UDI ha sacado la discusión del terreno económico –el mercado, como verdad suprema, no se toca- y lo arrastra al jurídico. Longueira dice que el alza de tarifas es inconstitucional, que ha habido un “cambio a las reglas del juego”, repitiendo aquel clásico eslogan empresarial cuando estos señores apuntan a las decisiones gubernamentales que no les acomodan. Pero Longueira, y aquí lo inaudito, acusa ahora a la gran empresa transnacionalizada. La UDI, y aquí hallamos otro extravagante giro, acusa al gran capital internacional. Está claro que el ingeniero se guarda una carta bajo la manga.


Viniendo de quien vienen estas acusaciones, aquí hay gato encerrado. No vamos a entrar aquí a defender ni tampoco juzgar las políticas de concesiones de obras públicas, mecanismo que también ha sido útil para conceder ruegos y favores. Longueira, que dice ahora ser el defensor de los asediados automovilistas, doblemente vulnerados por cobros de TAG y gasolinas, ha lanzado su proyectil opositor con una compleja y aparentemente muy calculada carambola: de partida, es evidente que desea generar empatía con los angustiados conductores –y no sólo entre los de La Dehesa- y, como efecto colateral, acusar a la concesionaria. Pero su objetivo no es la empresa; es la Concertación y sus políticas de obras públicas. Para ser más exactos, el líder y gestor del programa de concesiones. Cuando el 11 de marzo el público apostado en La Moneda clamaba “Lagos 2010”, la oposición susurraba “acuérdate del MOP-Gate”.

viernes, marzo 17, 2006

El reevalúo, catastro técnico de nuestra injusticia

Leo La Tercera y la información me sorprende viniendo de quien viene. El tabloide dice que los barrios que más reclamos tienen por el reevalúo de viviendas son las Avenidas Kennedy, Las Condes y La Dehesa, las calles Alonso de Córdova, Las Nieves, Gran Vía y Vía Blanca (en Lo Curro) y el sector de El Arrayán. Una información anexa al gran titular que informa sobre el rechazo de la ministra Veloso a revisar la nueva ley. Visito más tarde El Mercurio on-line y, lo mismo: el gobierno se mantiene firme. Concederá, como la misma ley prevé, que cada particular reclame si estima que su contribución no es justa. La campaña de la oligarquía a través de sus medios ha sufrido un revés.

El gobierno de Bachelet no lleva una semana y se ha enfrentado a las primeras reacciones de los poderes fácticos, molestos por una ley aprobada por sus propios representantes en el Parlamento, que aparentemente no evaluaron todos sus efectos. Una ley de impuesto progresivo y de inspiración progresista instalada por el anterior gobierno que, de cierta forma, podría marcar también el sello del actual: quienes más tienen han de pagar más impuestos. Una ley que apuntaría a suavizar la escandalosa distribución de los ingresos.

El Mercurio, como correa de transmisión de los poderes ocultos, ha levantado todo tipo de argumentos para crear una polémica entre los que en este país tienen voz. Ha repetido que pensionados de Las Condes y Vitacura, que cobran una jubilación de 75 mil pesos, pagarán una alta contribución. Tal vez suceda en algún caso, pero son libres de cambiarse de barrio. Si tengo un Mercedes y no puedo pagar el permiso de circulación lo vendo y me compro otro coche. ¿Por qué no con la vivienda? digo, me pregunto.

Más de un sesenta por ciento de los contribuyentes, que son pobres, quedarán exentos de pago con el reevalúo. ¿Es esto justo? Creo que sí. En tanto un bajo porcentaje, los más pudientes, pagarán más de la mitad del total de la recaudación fiscal. ¿Es también justo? Creo que también lo es.

La nueva ley revela no sólo la abusiva distribución del ingreso en Chile, sino también la clasista segmentación territorial. Hay barrios con infraestructura propia de países altamente desarrollados y otros, bien sabemos, del Tercer y Cuarto Mundo. El reevalúo solo es un catastro técnico de tal injusticia.

El mercado y las matemáticas han de hacer lo suyo.

jueves, marzo 16, 2006

El estado de excepción informativa


La producción de información surge desde diversas fuentes. Si realizáramos un análisis de contenido, obtendríamos, qué duda cabe, que la principal es el gobierno, seguida por una serie de otras instituciones, como los otros poderes del estado, los partidos políticos, organizaciones deportivas, centros académicos, corporaciones diversas, empresas, y otras entidades de la sociedad civil, las que en la prensa chilena prácticamente no tienen cabida. Una serie de instituciones que compiten en el mercado de la información, que se canaliza a través de los medios de información. Hablamos de mercado, acaso de libre mercado, lo que bajo la estructura mediática chilena remite a una gran distorsión, que es también corrupción o un virtual monopolio, que llamamos duopolio.

Como en todos los escenarios económicos deformados, como sucede en la banca, los supermercados o las farmacias, por citar sólo algunos ejemplos, en los que unos pocos poderosos actores, tras haber arrinconado o llevado a la quiebra a los más débiles, imponen las condiciones, las reglas y los precios, en la información sucede algo similar, con consecuencias tanto a más graves que en la comercialización y producción de bienes. Los escasos y todopoderosos medios de comunicación controlan el mercado, imponen y manipulan la circulación de la información. Son, en cierto modo, los dueños de la información. Tal como en el rubro de los supermercados estos grandes poderes compradores imponen los precios y condiciones de compra a sus proveedores, en el caso que nos ocupa los grandes consorcios mediáticos seleccionan la información y sus fuentes con criterios ya sea comerciales, ideológicos, confesionales o, por cierto, partidarios. No hay nada más alejado de lo que es una libre circulación ni de la información ni de las ideas. No hay nada más distante de lo que podemos entender como una verdadera libertad de información.

El proceso de concentración es creciente y no se limita a la prensa escrita. Hacia finales de febrero se cobró una nueva víctima, con el cierre de la tradicional Radio Chilena. Menos voces, lo que conduce a un fortalecimiento de lo que Ignacio Ramonet denomina el pensamiento único, que, en nuestro caso, está modulado por el duopolio de papel y la versión informativa-comercial-espectacular de la televisión.

La concentración de la información conduce a la manipulación, a la corrupción, que es también abierta mentira. Durante el verano ya no hay ovnis ni en los cielos ni en la prensa chilena, pero abunda la circulación de otro tipo de ficción. Para la muestra, dos casos que han llenado páginas completas de diarios y largos ciclos informativas. El primero es la polémica por la distribución por parte de las autoridades de Salud de insulina producida por un laboratorio de India; el otro caso es de un señor que conducía mareado por las calles y autopistas concesionadas de Santiago. En ambas materias, la distorsión informativa, creada por poderosas fuentes empresariales y amplificada por una condescendiente prensa, ha sido evidente.

La polémica por la insulina india fue levantada por una transnacional farmacéutica que veía amenazado su mercado con la irrupción del producto asiático, por cierto de menor precio. El argumento de la mala calidad del producto de su competidor, reforzado con estrategias de abierta corrupción hacia el gremio de la salud, fue recogido a ojos cerrados –con escasas pero honrosas excepciones- por prácticamente toda la prensa, la que divulgó al pie de la letra, subrayada por columnas editoriales, el interesado razonamiento de la corporación. Que a nadie le cupiera alguna duda de las bondades del producto multinacional.

La otra historia es más compleja y tiene las características de una carambola bien estudiada. Un conductor que intentó pasarse de listo y, aparentemente, engañar a una de las empresas concesionarias de las autopista urbanas recibió como respuesta todo el poder corporativo canalizado a través de obedientes medios. Bastó un pequeño estímulo de la empresa –el que ha permanecido oculto- para que la prensa, en su afán del espectáculo, devastara la vida privada de este pobre hombre. Un trabajo de relojería que crea un sólido precedente: ¡Mucho cuidado con engañar a las concesionarias!

Las grandes empresas, que contratan a agencias de relaciones públicas y de imagen corporativa, han entrado desde hace mucho tiempo al mercado informativo en el que hacen pesar el poder del dinero. Claro que en un escenario plural, con una estructura mediática variada, este poder puede ser mitigado. En las actuales condiciones, con una prensa que actúa en complicidad con ellas, lo que hay no sólo es un monopolio de la información, que es también la información falsa, sino un ambiente cercano a un estado de excepción informativa.

Paul Walder

miércoles, marzo 15, 2006

Protección a todo evento

La fruición por la privacidad que tiene el Poder Judicial, es el resguardo de la privacidad del poder y los poderosos. Al desaforar al senador Nelson Avila, además de enviar una nueva señal al mismo poder legislativo y sus facultades fiscalizadoras y, por cierto, a la prensa - “Cuidado con invadir el terreno privado, aquello es vil espionaje”- coloca un enorme muro de protección ante posibles actos turbios. Avila, que pudo haber sido también la prensa, al denunciar la oscura relación entre un seremi y contratistas, ha terminado desaforado, lo que es el inicio de una eventual condena.

Bajo los criterios de la Corte Suprema se inhibe la vigilancia que hace la ciudadanía, a través de la prensa o de sus representantes parlamentarios, de actos corruptos y abusos cometidos por el poder político. Pero no sólo lo inhibe ante la autoridad política, sino ante todo tipo de poder. A partir de ahora incluso un ciudadano cualquiera expuesto u observador de un abuso preferirá contenerse antes que denunciarlo. El derecho a la vida privada de un corrupto representante del poder, sea éste público o privado, tendría más valor que los derechos de defensa, a través de la denuncia, de la víctima. Extraño, muy extraño.

domingo, marzo 12, 2006

La tortura como imagen publicitaria

Hay comunicaciones enfrentadas, estrelladas. La campaña publicitaria de Ripley de pantalones vaqueros, diseñada por la agencia McCann-Erickson, nos ha abierto la brecha entre dos culturas, tal vez dos generaciones, cruzadas por la reciente historia. La campaña que comercializa con la imagen de jóvenes sometidos a diversos tipos de vejámenes lo que hace es reivindicar la tortura, esta vez no necesariamente como práctica de la política, pero sí como una actividad naturalizada, como una relación humana. La tortura, dice Ripley sin decirlo, está de moda. La tortura es simple imagen, es juego, es, acaso, una lejana realidad mediatizada o cinematográfica.

La publicidad, la imagen mediatizada, bien sabemos, trabaja con significados, a veces polisémicos. Es difícil que los especialistas en comunicación no lo sepan. Sí, que no quieran o no lo puedan ver la profundidad de ciertas imágenes. Y aquí está el cisma que es tal vez generacional, tal vez ideológico, pero ciertamente de clase. Los publicistas y expertos en marketing no ven o no sienten a la tortura como un sello de sangre y fuego de nuestra historia reciente. Pueden verla como parte de un borroso y lejano discurso político, un relato que no rosa ni tangencialmente la publicidad, para ellos una técnica, un efecto discursivo acotado al terreno del comercio y la industria de la moda y los deseos.

Cuando aún hablamos de reconciliación, de “cerrar las heridas del pasado”, nos encontramos, nos estrellamos con una generación, pero especialmente con una clase, que en su propia ceguera histórica y política, está vacía de contenidos. Para ellos la historia no existe, es una mera narración retórica. Más realidad tiene la tortura como simple imagen de la televisión o del cine. Y bajo esta mirada, una buena imagen bien instalada en el inconsciente del consumidor –como también los minutos que siguen a un atentado- puede ser objeto de inspiración publicitaria-comercial. De cierta manera, todo vende, por cierto que también la violencia.

Ripley, ante las protestas de organizaciones de Derechos Humanos y Amnistía Internacional, ha dicho que retirará la campaña. No ha levantado una defensa de ella. Se ha tratado, no lo ha dicho pero lo intuimos, de un problema técnico.

Pero se trata de una mera operación técnica, desligada de la historia y de la miseria humana. La campaña de Ripley, no conciente, lo creemos, lo podemos admitir, legitima la tortura al vaciarla del dolor, lo que es también una forma para su justificación. Si está hoy de moda, como un revival de los años 70 y 80 chilenos, por qué una actividad ahora tan naturalizada no podría volver a instalarse en el futuro.

jueves, marzo 09, 2006

Una pomposa y encuestada despedida


El presidente saliente se despide de los empresarios, en casa de éstos, y recibe elogios que debieran hacernos, a lo menos, sonrojar. Hernán Sommerville, que le había dicho el año pasado que sus empresarios lo amaban, ésta vez dice que Ricardo Lagos ha sido el presidente que mejor “ha vendido” a Chile en el exterior. No se trata de un lapsus linguae, sino que expresa nuestro espíritu empresarial, bien gestionado, sabemos, por los gobernantes, inspirado en la apertura comercial, en la inserción internacional, en lo que conocemos como globalización económica. No hace muchos años atrás –cómo nos cambia la vida- un elogio de esta naturaleza habría sido una ofensa de grueso calibre. Nadie quería vender la patria al mejor postor.


El actual presidente, que se va con un apoyo ciudadano del 70 por ciento, dicen las encuestas, aun cuando ha hecho un gesto más o menos similar con la CUT, no se ha despedido con el mismo ímpetu de quienes, aparentemente, son la base de este voluminoso apoyo. Ricardo Lagos valora más estas encuestas que el comportamiento de los pobladores, como ha quedado demostrado la semana pasada con el desesperado electricista que le aguó una inauguración, o con un grupo de mujeres deudoras habitacionales. En ambas circunstancias, Lagos prefiere escuchar los condescendientes sondeos al malestar que surge de la base social.

El discurso del éxito, replicado y amplificado por todos los funcionarios de gobierno, no debe atender a gruñidos, toses o lamentos. El discurso del triunfo está en las autopistas concesionadas, en los malls, en los créditos de consumo, en las decenas de TLCs, en las exportaciones de frutas y vinos. Que nadie venga ahora a hablar de pobreza, de la bestial desigualdad en la distribución de la riqueza. Que nadie se vista ahora de aguafiestas. Allí, señores, están las encuestas.

miércoles, marzo 08, 2006

Michelle Bachelet, alegoría del cambio


Un informe de Amnistía Internacional difundido este 8 de marzo revela que Chile mantiene en su legislación normas que discriminan a la mujer y cita, concretamente, la custodia de los bienes conyugales en las manos –éste es un decir- del marido. Amnistía compara esta ley con otras, como que en Camerún es el marido quien decide si la mujer trabaja o no y en Sudán se permiten los matrimonios forzados. En Chile éstas no son leyes, pero forman o formaban parte de un extenso catálogo no escrito.

Contrasta la información con lo que sucede hoy en nuestro teatro de operaciones político, que exhibe como primera estrella a una mujer, lo que nos lleva a pensar desde dónde se escribe la historia. ¿Desde el poder o desde la acción o la base social? Tal vez se traza, digamos, me pregunto, desde el fondo de las capas sociales para emerger un poco más esbozada hacia o entre los estratos del poder. Tal vez, propongo, estaba ya escrita y bien escrita hace años entre aquellas hondas capas sociales. Pero eso no hace historia.

La mujer en la primera línea política de un país con una legislación que la discrimina desde la misma familia. ¿Cómo se entiende este desaguisado? Habrá ciertas distorsiones, los cambios sociales van a la vanguardia de las leyes y, claro está, de los legisladores. La presidenta es un caso representativo, y hasta alegórico, de aquellas transformaciones que hoy emergen desde las profundidades del tejido social. Michelle Bachelet, que forma parte del poder político, qué duda cabe, forma también parte de aquel fluido transformador que ha salido a flote. La figura de la Presidente

lunes, marzo 06, 2006

El Edificio Diego Portales y la sombra de lo siniestro


Fue idea, ilusión óptica o auditiva, o algo más extraño, tal vez aquello que Freud describía como lo siniestro, o aquellas áreas ocultas, perversas, que están en el centro de lo cotidiano, de lo más familiar. Cuando vi por televisión las imágenes del incendio del Edificio Diego Portales, justo en el momento que el enorme techo colapsaba por la fatiga del material recalentado por el fuego, el público asistente, los siempre presentes curiosos, aplaudían de felicidad. Mi primera impresión fue no creer a las imágenes, pero segundos más tarde, reflexionando, recordando un poco, entré en la verdadera historia de aquel inmueble, construido, bien sabemos, para albergar una conferencia de la UNCTAD durante el gobierno de Salvador Allende y usado por la Junta Militar de Pinochet tras el Golpe de 1973. Nuestra memoria colectiva ha permanecido intacta.

El Edificio Diego Portales, pese a su reciclaje como centro de eventos, pese a su transformación en un espacio técnico, no sólo encierra sino que se expone en plena Alameda como un lugar profanado, violado. Si originalmente, digo antes de 1973, fue usado como espacio abierto a la ciudadanía, una edificación entregada a la comunidad que comía allí diariamente alimentos subsidiados, que lo usaba como recinto casi ritual de encuentro y reflexión del proceso político, fue, de la noche a la mañana, utilizado como cuartel general de la dictadura. Las imágenes en blanco y negro de la Junta Militar que dieron la vuelta al mundo, la que celebraba aquí con sus secuaces sus sanguinarias operaciones, surgieron desde este recinto, usado como tienda militar de campaña a escasas manzanas de la incendiada Moneda.

El domingo pasado otro fuego se hizo cargo de este lugar. Un fuego fortuito, provocado, dicen los expertos, por un desperfecto técnico, aun cuando no está totalmente descartada la intervención de terceros. La reacción popular festejó el siniestro, como si hubiese sido un fuego purificador, lo que no logró durante los últimos dieciséis años la renovación de las funciones del inmueble, que más ha parecido una omisión y olvido. Ante el silencio, la presencia dictatorial, cual sombra de lo siniestro, ha seguido escrita en la imagen arquitectónica y, claro está, en la memoria colectiva.