WALDERBLOG - "El desvío de lo real"

martes, enero 25, 2011

“Jumbo” Golborne, comercio y política: “The Chilean Way

La expresión the chilean way, acuñada durante el rescate de los 33 mineros de Copiapó por el presidente Sebastián Piñera, dejó abiertas todas las interpretaciones posibles, ya sean semánticas o pragmáticas. ¿A qué se refería Piñera con esa expresión? ¿Es lo mismo hacer las cosas by the chilean way que “a la chilena”? ¿O se refería Piñera a su propio modo de hacer negocios y especular en la Bolsa, o quizá a la chapuza encubierta de alta gestión empresarial que pasa en la trastienda, pero se cubre con una buena publicidad y marketing? Puede ser también que the chilean way sea la versión local del modelo globalizador de mercado, con una dosis de picardía, que es un poco trampa, pequeño engaño, que en política y economía se amplifica como coima y corrupción.

La expresión the chilean way, acuñada durante el rescate de los 33 mineros de Copiapó por el presidente Sebastián Piñera, dejó abiertas todas las interpretaciones posibles, ya sean semánticas o pragmáticas. ¿A qué se refería Piñera con esa expresión? ¿Es lo mismo hacer las cosas by the chilean way que “a la chilena”? ¿O se refería Piñera a su propio modo de hacer negocios y especular en la Bolsa, o quizá a la chapuza encubierta de alta gestión empresarial que pasa en la trastienda, pero se cubre con una buena publicidad y marketing? Puede ser también que the chilean way sea la versión local del modelo globalizador de mercado, con una dosis de picardía, que es un poco trampa, pequeño engaño, que en política y economía se amplifica como coima y corrupción.

Hoy ya tenemos más señales para comprender la ambigua expresión de Piñera. Al observar algunos trucos entre La Moneda y el Congreso, los anuncios sesgados sobre supuestas grandes y hasta revolucionarias reformas en la salud y educación, o la doble privatización de las sanitarias. Pero también están en aquella nueva forma de gobernar, que, en palabras filtradas por WikiLeaks de un informe de la embajada de Estados Unidos en Chile, están en el filo de lo legal y lo ético. Ocurrió con la venta de las acciones de Lan, de Chilevisión, de Colo Colo, y parece también suceder en el resto de su gobierno, compuesto por ex gerentes, directores y accionistas de grandes corporaciones.

Un informe de la Contraloría sobre la Onemi durante los meses posteriores al terremoto y maremoto trae bastantes sorpresas sobre the chilean way, entre las que aparece de forma indirecta la manera de actuar -presumimos que también “a la chilena”- del holding Cencosud, empresa de Horst Paulmann, ciudadano alemán nacionalizado chileno por gracia parlamentaria y cuyo gerente general fue hasta el verano pasado el actual biministro de Minería y Energía, Laurence Golborne, elevado desde el rescate minero a la categoría de principal delfín de Piñera y refrendado por la política-espectáculo con un 90 por ciento del apoyo ciudadano.

Según ese informe de Contraloría, que halló todo tipo de irregularidades en las operaciones de la Onemi, desde desórdenes financieros a irregularidades en los procesos de adquisiciones, donaciones y entrega de las ayudas, hay un caso que describe de forma indirecta a la chapuza propia de la Onemi: el modo de operar de la empresa Cencosud. En una visita realizada el 30 de junio pasado al Centro de Logística del Regimiento Bellavista, los auditores de la Contraloría constataron que en una dependencia habilitada para el armado de cajas de alimentos, se encontraba una considerable cantidad de víveres adquiridos por la Onemi a la empresa Cencosud S.A., sin distribuir a las familias damnificadas. Este hecho, informó la Contraloría, “denota la falta de planificación y coordinación en el proceso de compra y distribución de esos elementos de emergencia, lo cual ha ocasionado la inmovilización de tales recursos”. Este fue sólo el primer aviso.

El segundo fue más contundente y claro. Los auditores pudieron comprobar que una buena cantidad de los alimentos a granel fue comprada por la Onemi a la empresa Jumbo (Cencosud), los que fueron importados por el supermercado desde Argentina. Esos alimentos no distribuidos, objeto de la presente observación, dice el informe, “corresponden al saldo no utilizado en la elaboración de 44.337 cajas de alimentos, los que, según informó la Onemi a la Contraloría, lamentablemente no se pudieron utilizar, porque la carga importada desde Argentina entró en un proceso aclaratorio con respecto a su ingreso al país, problema del cual esa Contraloría tiene todos los antecedentes”.

La Contraloría buscaba irregularidades en la Oficina Nacional de Emergencia pero halló una mayor en una empresa privada fuera de su competencia. Cuando el informe salió a la luz pública, los diputados democratacristianos Aldo Cornejo, Gabriel Ascencio, Gabriel Silber y Pablo Lorenzini denunciaron ante Gonzalo Sepúlveda, director nacional de Aduanas, el fraude aduanero en que habría incurrido la empresa Jumbo al haber declarado en el manifiesto internacional de carga como “Ayuda Humanitaria” productos que posteriormente fueron vendidos al Estado sin pagar los aranceles correspondientes.

Negocios millonarios
con las donaciones

El informe de la Contraloría explica más adelante la irregularidad descubierta: Cencosud ingresó alimentos como ayuda humanitaria, los cuales vendió a la Onemi. Cencosud vendió lo que debía haber donado. “Si bien es cierto el ingreso de los alimentos adquiridos a la empresa Cencosud S.A. al territorio nacional se encuentra pendiente de aclaración, debido a que los documentos de internación indicaban que correspondían a ayuda humanitaria, sin embargo dichos productos fueron comprados por esa Oficina Nacional de Emergencia, para ser entregados a los damnificados del terremoto, por lo cual no corresponde que por la situación pendiente de aclarar por esa empresa, los bienes se mantengan en forma indefinida sin ser utilizados en el fin para el cual fueron adquiridos. Cabe precisar además, que gran parte de estos bienes ya fueron distribuidos y que el señalado saldo se encuentra almacenado en dependencias externas a la entidad”.

En concreto, dice la Contraloría de acuerdo a los antecedentes proporcionados por la Onemi, “se observó que se han retenido pagos a Cencosud Retail S.A., correspondientes a las facturas N 687915, 2953501 y 2963502, por $3.467.673.098, $ 2.458.249.115 y $ 581.434.494, respectivamente, todas del mes de marzo de 2010. Cabe señalar, que dichos pagos se encuentran pendientes en la Onemi debido a que los antecedentes que respaldan el cobro efectuado por el proveedor indican que bienes valorizados en un monto de $2.597.521.616, habrían sido ingresados al país desde Argentina, a través del paso aduanero Los Libertadores, no como productos importados para su venta en el país, sino que como asistencia humanitaria a la República de Chile. Lo anterior, consta en el Manifiesto Internacional de Carga y en las facturas de la Agencia de Aduanas respectiva, las que señalan que corresponden a mercaderías en donación, acogiéndose a las franquicias aduaneras dispuestas por la autoridad”.

Los pagos se mantendrán pendientes en tanto Cencosud no aclare la modalidad de ingreso de los bienes adquiridos y el pago de los derechos correspondientes, lo cual deberá ser acreditado documentadamente ante la Contraloría. En tanto, “la División de Presupuesto no efectuará pagos por cobro de mercaderías ingresadas al país bajo el régimen de donación, hasta que la empresa Cencosud regularice el ingreso de las mismas ante las autoridades aduaneras y sanitarias. Se ha resuelto mantener la observación formulada en este punto, mientras no se aclare la situación advertida”.

Al informe de la Contraloría se suma una denuncia pública hecha la segunda semana de enero por los funcionarios de Aduanas en contra de Cencosud. Solicitan a la Contraloría instruir un sumario administrativo en contra del director nacional de Aduanas, Gonzalo Sepúlveda, por permitir el ingreso de camiones de alimentos con falsos fines humanitarios durante el año 2010.

Es the chilean way operando en todo su esplendor. Está la pequeña trampa, la picardía, el engaño encubierto, la relación turbia entre lo público y privado que no sólo se circunscribe al vínculo comercial Censosud-Jumbo-Onemi, sino al vínculo entre gestión empresarial y políticas públicas.

Los cobros abusivos
de “Jumbo” Golborne

El ex gerente general de Cencosud y posiblemente uno de los hombres que ayudó a levantar este holding de magnitud continental es el actual biministro de Minería y Energía, que lidera las encuestas como el político con más futuro. Pero es necesario recordar que durante la administración de Golborne en Cencosud, las políticas comerciales de este consorcio y la relación abusiva de la empresa con sus clientes desató un escándalo que llegó a los tribunales, que sancionaron a la empresa. Como Cencosud es uno de los grandes auspiciadores de la televisión y prensa escrita, el incidente fue en algunos casos silenciado y en otros deslizado bajo cuerda.

Cencosud aumentó la comisión por la mantención de la tarjeta Jumbo al más puro estilo chilean way. Lo hizo de manera no sólo unilateral y arbitraria, sino a espaldas de los clientes, que no fueron informados previamente del incremento de la comisión: a partir de marzo de 2006 subiría de 460 a 990 pesos para los clientes que tuvieran un promedio de compras inferior a 50 mil pesos mensuales durante los seis meses anteriores a esa modificación. Y como los poseedores de tarjetas Jumbo Mas se calculan en más de cuatro millones, el negocio sumaba también muchos millones. Tras millares de reclamos, los clientes de la tarjeta Jumbo junto al Sernac interpusieron, en 2006, una demanda colectiva en el 10° Juzgado Civil de Santiago. Para el Sernac, el cambio unilateral de las comisiones se estrellaba contra la Ley del Consumidor: no sólo se hacía sin el consentimiento de los clientes; la empresa inventaba nuevas cláusulas y la no respuesta por parte del consumidor, significaba la aceptación del alza.

Como Cencosud no ofreció solución efectiva tras los múltiples reclamos, el Sernac interpuso una demanda colectiva en diciembre de 2006. Exigió que se sancionara la infracción a la ley y que cesaran los cobros indebidos. Solicitó también al tribunal la devolución de lo pagado en exceso con reajustes e intereses por todo el período, o al menos desde marzo 2006 hasta cuando los consumidores hubieren expresado su consentimiento y la forma en que tales devoluciones se harían efectivas. La sentencia no pudo ser más categórica. Acoge la demanda anulando la cláusula objetada considerando que “el consumidor frente a la modificación pretendida por la demandada, nada puede hacer, imponiéndole la empresa una modificación sin su consentimiento. El silencio en los actos de consumo no constituye aceptación. Por ello no es suficiente la inactividad de los consumidores para entender que éstos han consentido en la modificación en sus contratos”, indica el fallo. La sentencia, además, ordenó a Cencosud restituir los dineros cobrados en exceso a contar del 12 de julio de 2006 a todos los clientes.

Golborne es biministro. De las políticas privadas a las políticas públicas. The chilean way?

PAUL WALDER


El imperio que Golborne ayudó a construir

Si examinamos la reseña biográfica del biministro Laurence Golborne en la página del Ministerio de Minería, podemos leer lo siguiente: “Ha tenido una importante carrera en el mundo privado, destacándose como gerente general de Cencosud S.A. hasta el año 2009, desde donde lideró la expansión de esta compañía del retail que hoy cuenta con operaciones en Chile, Argentina, Brasil, Perú y Colombia”.

Si observamos el ranking de los grupos económicos chilenos, según la revista empresarial estadounidense Forbes, veremos que tras los clásicos consorcios chilenos -Angelini, Matte y Luksic-, en cuarto lugar aparece el grupo Solari, controlador de Falabella, con un patrimonio de 4.741 millones de dólares, y un poco más distanciado está Cencosud, con un patrimonio de 2.555 millones de dólares. Otros grandes del sector, como D&S, que comparte el grupo Ibáñez con Walmart, ha acumulado 1.679 millones de dólares, en tanto Ripley más de 800 millones.

Estos nuevos grandes grupos económicos han hecho su fortuna en Chile sobre la base del consumo masivo, el crédito y la desregulación de todos los mercados. Su expansión ha sido tal, que en pocos años se han ubicado entre los principales actores del retail latinoamericano. El año pasado, y pese a la crisis, estuvieron entre las empresas de su rubro con mayores ganancias en la región. Falabella estuvo en el tercer lugar, con utilidades, en 2009, por 392 millones de dólares y ventas por casi siete mil millones, y Cencosud, en el noveno lugar, con ganancias por 190 millones. El año pasado, el consorcio tuvo ventas en Latinoamérica por más de nueve mil millones de dólares, sólo superado por el gigante del retail de la región, el brasileño grupo Pan de Azúcar.

PW

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 727, del 21 de enero al 3 de marzo, 2011)
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miércoles, enero 19, 2011

Cómo leer el diario

Los diarios han mutado de mediadores de la realidad en falsos creadores de realidad. No canalizan información; la modelan, la elaboran. Son las grandes maquinarias elaboradoras de los contenidos necesarios para el reforzamiento del statu quo, de un sistema que se expresa en los campos económico, político, social y cultural. Los diarios envuelven las distintas realidades, las conectan, las procesan, les dan un sentido, que es un valor, un supuesto, o una respuesta a esa realidad. Son globalizadores, porque abarcan gran parte de las realidades, pero también totalitarios: cada mirada a cada una de las áreas de esa realidad es funcional a la marcha y a la reproducción de una institucionalidad. Los diarios son parte útil y oficiosa a esa institucionalidad.

Esta primera afirmación nos puede dar una idea sobre cómo leer los diarios. Ya no como género informativo, sino interpretativo. Podemos decir que los diarios interpretan esa realidad, pero se trata de una traducción libre, una interpretación de los hechos bajo un rígido patrón o modelo. Es la creación de una imagen, con sus centros, su perímetro, sus pliegues, sus zonas luminosas y oscuras, sus héroes y sus villanos. Los diarios crean una representación del mundo en un alto grado de complejidad pero también lleno de contrastes básicos, como la representación del bien y del mal, encarnada ya sea por personas o dirigentes políticos (Santos versus Chávez) o por ideas (mercado versus estado).

Pero se trata de una representación espuria. Tras la imagen representada hay un rígido guión, que está ajustado al reforzamiento del statu quo, a la consolidación de un modelo político, económico y social. Los diarios de los grandes consorcios son una herramienta más de aquella maquinaria económica-comercial-financiera que se expresa en todas las áreas no sólo de nuestra vida pública, sino también privada. Junto a la publicidad, los diarios –y por extensión los medios en general- son el motor de lo que tantos autores han denominado alienación.

Como ejemplo bárbaro y extremo de escenificación de esa imagen de la realidad han sido aquellos suplementos dominicales que intentan cristalizar los millares de eventos que han formado el año. Una fotografía nacional que compone aquella imagen ideal. Es la idea de un país, una entelequia que abarca amplios campos de la institucionalidad y la sociedad, pero que sólo expresa una mirada, bien acotada y elaborada, sesgada, exageradamente compuesta. Como aquellos paisajes o retratos de caballete.

Y qué vemos en esa imagen. Un país en desarrollo, moderno, en plena expansión, con los conflictos propios de una sólida democracia, con una sana alternancia en el poder, con los mercados funcionando a plena marcha. Un país que innova, aún con problemas pero lleno de oportunidades, conectado con los principales centros comerciales y culturales del mundo. Un modelo, una institucionalidad, bien consolidada, sólo amenazada por una entropía externa, como mapuches, isleños, anarquistas, delincuentes y otros desadaptados.

Al observar esa imagen, sólo podemos ver la expresión de una clase y de la institucionalidad atada a esa clase y a sus poderes. Como si fuera un paisaje de Santiago desde La Dehesa o desde una oficina de El Golf. Lo que se ve es una fracción de lo que hay.

¿Cuál es la funcionalidad de esa representación? Mantener y reforzar un modelo, el sistema político y económico que se instaló y amoldó en Chile durante las últimas décadas del siglo pasado. Todo lo que amenaza ese modelo está omitido o forma parte de las zonas oscuras de aquella imagen.

Los diarios del duopolio son un producto entre la realidad y los intereses de clase. Un producto que es una artificialidad, una relato falsario apuntalado por las grandes corporaciones y sus representantes políticos. Una imagen fantástica, que hemos de ver como tal. Es tan evidente su artificialidad, que la misma embajada de Estados Unidos en Chile, nos hemos informado a través de Wikileaks, ha quedado sorprendida. Sólo en dictaduras que ejercen una férrea censura de la prensa puede hallarse tal nivel de manipulación, omisión y mentira.

Al leer estos diarios estamos leyendo una construcción artificial de la realidad, cuyo objetivo final es la comprensión por los lectores como realidad a secas. Aquí radica nuestro ejercicio: observar aquella prensa como medios para el adoctrinamiento del lector.

Un ejercicio que es también un gran desafío. Porque en las condiciones chilenas, esta prensa tiene características de monopolio, lo que en el terreno de la circulación de la información son rasgos totalitarios. Una sola versión, la que se amplifica al saltar al resto de los medios, como la televisión y, en menor medida, la radio, impide ejercer nuestro derecho a una información plural. El mercado, como en muchos otros sectores, ha mutado aquí en monopolio, en una dictadura de la información.

PAUL WALDER

domingo, enero 09, 2011

Las universidades, una “industria” con ingresos por 5 mil millones de dólares

Uno de los ejes del proceso de globalización impulsado a partir de las últimas décadas del siglo pasado, fue convertir en un negocio todas las actividades humanas y sociales. Todas las áreas vinculadas con nuestras necesidades, sean reales o condicionadas, no sólo mutaron en objeto de comercio, sino en grandes negocios operados por enormes corporaciones. Tras pocas décadas de desregulaciones y “reformas”, el mundo y toda su complejidad funciona bajo la égida del gran capital.


Para una corporación, da lo mismo invertir en entretención, comunicaciones, transporte, vivienda, salud o educación. El objetivo es conseguir cuantiosas utilidades. Lo vemos en muchos sectores de la economía. En todos los medianamente rentables, han ingresado consorcios en permanente disputa por los mercados. El resultado ha sido una economía que exhibe por sus cuatro costados características de oligopolio, cuando no de monopolio. Sucede en las telecomunicaciones, en el comercio al detalle, en la banca, en las farmacias, en los medios de comunicación, en la salud privada y, finalmente, en la educación superior. Las universidades privadas y los centros de educación superior han conseguido titulares en los medios especializados en economía al haberse convertido en instituciones de alta rentabilidad. En otras palabras, en un gran negocio. Con razón el periódico Estrategia califica la educación como una “industria”.

Hacia finales de diciembre, en pleno proceso de postulación a las universidades, el Servicio de Información de la Educación Superior del Mineduc (SIES), publicó que las 58 casas de estudio que entregaron sus datos obtuvieron ingresos en 2009 por más de cinco mil millones de dólares. Una cifra impresionante y, como sucede en otros mercados, también muy concentrada: las cuatro primeras universidades del ranking de ventas controlan el 40 por ciento del mercado.


Baile de millones


Para darnos una idea de la magnitud de este mercado podemos hacer algunas comparaciones. Es mayor que el mercado de las farmacias, estimado en unos 1.700 millones de dólares. Es también mayor que todas las ventas que realizó ese mismo año D&S (dueños de Lider), la mayor cadena de supermercados del país, y se acerca a las ventas que Falabella realizó en 2009 en toda Latinoamérica, las que llegaron a 6.410 millones de dólares.

La “industria” de la educación superior está encabezada por la Universidad Católica de Chile, que generó ventas por 813 millones de dólares, obteniendo una participación de mercado de 16 por ciento. En segundo lugar de ventas aparece la Universidad de Chile, seguida por la de Concepción y la privada Andrés Bello, con ingresos por 338 millones de dólares.
Al observar las ganancias y rentabilidad de éstas y otras instituciones, es otra la figura que aparece. Son las privadas las que lideran ese ranking de ganancias y, por cierto, también el de la rentabilidad. La Universidad Católica tuvo ganancias por más de diez mil millones de pesos en 2009, lo que le da una rentabilidad (ingresos/utilidad) del 2,7 por ciento. El caso de la Universidad de Chile es similar: tuvo ganancias por más de ocho millones de dólares y una rentabilidad del 1,8 por ciento, en tanto la Universidad de Concepción, pese a haber tenido ingresos por más de 338 millones de dólares, cerró su balance con números rojos. La cuarta casa de estudios por ventas, es privada. La Universidad Andrés Bello tuvo ganancias por unos 30 millones de dólares, con una rentabilidad del 15 por ciento, sensiblemente más alta que las anteriores.


La universidad que lidera las utilidades es privada. Se trata de la Universidad Tecnológica de Chile Inacap, que obtuvo en 2009 una cifra superior a los 17 mil millones de pesos, cerca de 37 millones de dólares, con una rentabilidad del 18,6 por ciento. El segundo lugar de ganancias lo tiene la Universidad Andrés Bello, seguida por la Universidad Autónoma, con 11.700 millones -unos 25 millones de dólares- y una rentabilidad del 15 por ciento. El cuarto lugar lo ocupa la Universidad Católica. Las cuatro casas de estudios con mayores ganancias sumaron unos 54 mil millones de pesos, o 114 millones de dólares.


¿Sin fines de lucro?


No todas exhiben estos resultados. Hay también grandes pérdidas. La Universidad de Las Américas, que pertenece a Laureate International, el mismo dueño de la Andrés Bello, tuvo pérdidas por más de once mil millones de pesos pese a haber tenido ingresos por 48 mil millones. Otro caso es la Universidad de Santiago, con una pérdida superior a los cuatro mil millones de pesos, y la Uniacc, con más de mil millones en pérdidas pero ingresos por sobre los 18 mil millones de pesos.


Las universidades, que operan bajo la figura legal “sin fines de lucro”, se apresuran a explicar que sus ganancias son todas reinvertidas en nuevos activos. Es lo que hizo la Universidad Nacional Andrés Bello a través de un comunicado público, en el que explicó el destino de esos fondos: planta docente, infraestructura, becas. Al tratarse de un negocio de miles de millones de dólares, la comunidad exige un mínimo de transparencia. En declaraciones a El Mercurio, José
Joaquín Brunner, director del Centro de Políticas Comparadas en Educación de la UDP, dijo que es “curioso” que algunas instituciones de educación se nieguen a entregar sus datos financieros. Además dijo que con la información disponible “no es posible separar a las instituciones que reinvierten la totalidad de sus excedentes en su propia operación, de aquellas que distribuyen una parte o toda la ganancia entre sus dueños. Es algo que urge clarificar”.


Harald Beyer, coordinador académico del CEP, va aún más lejos. “Aquí tenemos los resultados de las universidades, pero no los de los holdings a los que en muchos casos pertenecen. Estos datos no permiten saber, por ejemplo, si los resultados operacionales son efectivos o si son fruto de una corrección monetaria, una provisión o un tema contable. Se requiere contar con un estado de flujo”, dijo a ese mismo diario.

Estas sospechas se refuerzan al observar los cambios de propiedad en las universidades privadas. Durante los últimos años han ingresado al sector no sólo grandes corporaciones internacionales, sino también inversionistas extranjeros con activos en otras áreas del comercio y la economía. Bien conocido es el caso de Laureate International Universities, dueño de las universidades de Las Américas y Andrés Bello, o del consorcio estadounidense Apollo, que en 2008 compró la Universidad UNIACC, una institución “sin fines de lucro”, por 40 millones de dólares. Y también la Universidad Santo Tomás, con ventas por unos cien millones de dólares anuales, que tiene entre sus accionistas a Linzor, fondo de inversión estadounidense con presencia latinoamericana.

Este es un caso muy particular. Porque Linzor fue el primer interesado en comprar Chilevisión en abril de 2010, con una oferta de 140 millones de dólares. Era parte de su diversificación. Este fondo es además propietario de la cadena de cines Hoyts, cuyas ventas superaron los 60 millones de dólares el año 2009, de la Isapre Cruz Blanca (ventas por 445 millones de dólares), Cruz Blanca Salud e Idelpa Salud.


La investigación
de M.O. Mönckeberg


Las conjeturas que Brunner y Beyer formulan en El Mercurio están constatadas en investigaciones sobre el tema. Tal vez
el principal trabajo que se ha hecho sobre la materia es El negocio de la universidades en Chile (Random House Mondadori), libro de más de 600 páginas escrito por la periodista María Olivia Mönckeberg, quien realiza una detallada y alarmante investigación sobre esta actividad.

En una conversación sostenida entre este cronista y María Olivia Mönckeberg sobre la materia, la periodista explicó cómo se articula este gran negocio rotulado como sin fines de lucro. “Son corporaciones sin fines de lucro, pero sin embargo esa norma prácticamente nadie la sigue. Creo que en esto hay dos grandes tipos de negocio. El negocio propiamente tal, que está interesado en sacar la mayor cantidad de dinero a través de subterfugios, como la inmobiliaria que arrienda los edificios, el que presta servicios como el aseo, los proveedores diversos, etc. Por otra parte, hay que considerar que hay una serie de subsidios que tienen las universidades por el solo hecho de serlo. Arrastran la legislación histórica que beneficiaba a las universidades tradicionales que desempeñaban un rol público, por lo cual no pagan IVA y otros impuestos. Tienen una serie de beneficios tributarios. Según especialistas, es un negocio que tiene más facilidades tributarias que la construcción. Es un negocio que por dar este servicio, educación, está muy favorecido”.


El negocio de la educación aguanta todo tipo de matices y pliegues. Desde dudosos diplomados, títulos que convalidan a presión otros estudios, títulos flexibles, modulares, a distancia, en fin, productos de todo tipo bien publicitados como tales. El servicio de la educación aparece modelado por los creativos publicitarios y como un buen ingreso para los medios de comunicación.

La inversión total en publicidad es probable que supere los 900 millones de dólares anuales en los balances de 2010. De este total, según el informe de Achap de 2008 (Asociación Chilena de Agencias de Publicidad), la participación por rubros está bastante atomizada, pero hay claros líderes. En primer lugar, como es tradicional y bien observable, están las grandes tiendas, con alrededor del nueve por ciento del total invertido. Les sigue la telefonía, con 4,7 por ciento, los automóviles, con 3,4%, y los productos de higiene y belleza, con un poco menos. En el octavo lugar aparece el rubro universidades, con un 2,5 por ciento del total invertido, lo que da una cifra de 22,5 millones de dólares, que supera a toda la publicidad de un sector como la banca o las farmacias. Una inversión extremadamente abultada para una actividad sin fines de lucro.


No cabe duda que esta inversión está directamente orientada a ganar más mercado, como ocurre en otros sectores como las grandes tiendas, la venta de automóviles, los productos de belleza o la telefonía, todos sectores cuyo objetivo es tener una alta rentabilidad. Según las rentabilidades observadas en el informe del Mineduc, éstas llegan a superar a una actividad tan inspirada por el lucro como es la banca. Durante 2009 el Banco Santander consiguió una rentabilidad del 28 por ciento, el Banco de Chile del 20 por ciento y el BBVA del 15. La Bolsa de Comercio, que es el sitio de la especulación, el lucro y la ambición, cerró 2010 con una rentabilidad del 35 por ciento. ¿Qué otros sectores, y no sólo aquellos sin fines de lucro, pueden ostentar rentabilidades como los obtenidos por Inacap o la UNAB?


PAUL WALDER












Negocio ideológico


Si observamos los directorios de las universidades privadas, hallaremos nombres y figuras ligadas con las grandes corporaciones y con corrientes políticas y religiosas. No es raro ver antiguos altos funcionarios de la dictadura a la cabeza de las casas de estudio, como sucedía hasta hace pocos años con Francisco Javier Cuadra, ministro secretario general de gobierno de Pinochet en la Universidad Diego Portales, con Mónica Madariaga, como rectora de la UNAB, o el ex ministro de Hacienda de Pinochet, Hernán Büchi, presidente de la Universidad del Desarrollo, en cuyo directorio aparecen también empresarios como Carlos A. Délano, presidente del grupo Penta, Carlos Eugenio Lavín, vicepresidente del mismo grupo y Ernesto Silva Bafalluy, presidente de la AFP Cuprum. Hasta hace poco el actual ministro de Educación, Joaquín Lavín, formaba parte de este directorio.

Este es un negocio a largo plazo. Lo tiene el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, en las universidades Los Andes y Finis Terrae. Y también está la Universidad Adolfo Ibáñez, que es de una fundación ligada a un grupo económico importante. Es curioso ver en su nómina de estudiosos honorarios la mención de fallecidos economistas, como Hayek o Milton Friedman. Es claro ver también la adhesión a la sociedad Mont Pelerin.

Otro caso es la Universidad San Sebastián, estrechamente ligada a la UDI. En su consejo, que preside Alejandro Pérez Rodríguez, aparecen como director el senador Pablo Longueira y el general en retiro Ernesto Videla, quien fue subsecretario de Relaciones Exteriores de Pinochet. Otro de sus directores es Andrés Navarro, presidente de Sonda.

Las universidades tienen muy pocas normas legales que las regulen. Tan pocas, que los conflictos de intereses abundan. Por ejemplo, está el caso de senadores que han sido o son miembros de las juntas directivas universitarias. Hemos citado a Pablo Longueira en la Universidad San Sebastián, pero también el senador de la UDI, Hernán Larraín, fue miembro del directorio de la Universidad Santo Tomás, que hoy preside Marcos Büchi. Y hay más casos que debieran considerarse conflictos de intereses. Los vínculos con la política son parte habitual de estos directorios. Otro ejemplo es el del presidente del Partido Radical, senador José Antonio Gómez, que fue miembro de la junta directiva de la Universidad del Mar


P.W.




(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 726, 7 de enero, 2011)
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jueves, enero 06, 2011

Wikileaks y la guerra de la información

Wikileaks puede haber inaugurado una nueva etapa en el periodismo. Cuando observamos que los medios tradicionales, desde los diarios de circulación nacional, a la televisión y la radio, han devenido en industrias de la comunicación controladas por grandes grupos económicos, los que tienen a la vez intereses en otros sectores de la economía aparte de sus relaciones con el poder político, el periodismo independiente ha de buscarse en otra parte. El impacto de Wikileaks en la opinión pública mundial ha hecho emerger nuevamente el enorme potencial de las tecnologías de la información, las que han podido hasta ahora, no sin problemas y persecuciones, mantener su independencia.

La experiencia de Wikileaks es puramente digital y sólo puede existir en la red. Puede ser concebida como un medio de información, como periodismo, pero tal vez estamos en presencia de un nuevo concepto de información. Algo así como el “periodismo científico”, expresión empleada por el fundador de Wikileaks, Julian Assange, que apunta a un periodismo observable, comprobable, que permite al lector el acceso directo a las fuentes. Esta facultad no es posible en los medios tradicionales, hoy más cercanos a entretener y comerciar que a informar.

En una interesante entrevista realizada por una revista estadounidense, el ex director del diario El País y consejero del grupo Prisa, Juan Luís Cebrián, reflexionó sobre el cambio en la forma de hacer y consumir información, lo que estaba afectando los negocios de su grupo, así como a otros grandes consorcios de la prensa de papel. Cebrián no hablaba de Wikileaks, pero su reflexión se ajusta con precisión a esta experiencia: "El cambio fundamental está en que los diarios se sustentan en un sistema del siglo pasado: la economía de oferta; y la era digital trae una economía de demanda. Estamos en un momento en el que la intermediación, que es lo que caracteriza a la democracia representativa, está desapareciendo. Y los periodistas, que somos intermediarios entre lo que pasa y los que demandan información, estamos viendo cómo son los demás, los no periodistas, los que cuentan lo que les pasa sin ningún tipo de intermediario. Y como no sabemos qué hacer, le echamos la culpa al soporte, a ese viejo papel de periódico”. Podemos agregar que la culpa no sólo la tiene el papel, sino son los contenidos, cada vez más ligados a los grandes intereses comerciales y corporativos.

Wikileaks va a las fuentes, a los insumos, a la materia prima, a la información, que ha devenido en una mercancía, un commodity moldeable por los grandes consorcios periodísticos a sus propios intereses y otros afines para convertirla finalmente en un producto de consumo de masas. Los medios tradicionales, como afirma Cebrián, ofrecen este producto, el que es cada vez menos apreciado por los consumidores, que demandan información más cruda, menos intermediada, más fiable.

Assange eligió una serie de grandes periódicos del mundo, entre ellos El País, para que hagan la digestión de los millares de kilos de información. Pese a las críticas por esta elección, y pese a la posibilidad de una manipulación de la materia prima, la información filtrada por las numerosas fuentes ha aparecido, gotea cada día y molesta, lo que ha llevado al gobierno de Estados Unidos a presionar a las empresas de internet a suprimir sus servicios con Wikileaks y a pedir a través de oscuros pretextos la cabeza de Assange.

El impacto político y periodístico de Wikileaks ha transparentado el enorme poder de las corporaciones, no sólo en todas las áreas de la industria y los servicios, sino también y de manera creciente en internet. Esas presiones de la Casa Blanca sobre el servidor estadounidense que alojaba al sitio de Assange, o aquellas sobre las empresas financieras para bloquear las donaciones mediante Pay Pal a través de las tarjetas Visa y Mastercard (las que probablemente canalizan casi la totalidad de las transacciones internaciones en la web), tuvieron efectos por la enorme concentración que sufren los flujos de información en internet. Porque la diversidad inicial de la web hoy apunta también aquí a oligopolios, acaso monopolios. Una muestra puede verse en los buscadores. De los cientos que existen o subsisten, Google ha pasado a ser un estándar mundial: canaliza más del 90 por ciento, o tal vez el 99 por ciento de las consultas en la web. Hoy casi todas las búsquedas nacionales, locales, regionales, acotadas a una u otra lengua, están filtradas por Google. Esta concentración facilitaría que presiones políticas puedan bloquear, a la manera china, de todo los contenidos relacionados con Wikileaks.

Pero internet tiene también en su esencia, en su tecnología, el concepto de la flexibilidad, de la viralidad, de la ubicuidad. Hoy Wikileaks se ha mudado a un servidor en Suiza (wikileaks.ch) y podría replicarse en múltiples otros servidores y sitios. Podría hacerlo con Assange libre o en prisión. La guerra de la información está desatada.

PAUL WALDER